Ayer 1 de enero como manda la Constitución, fue la posesión formal de los alcaldes y gobernadores elegidos el pasado 27 de octubre para un periodo de 4 años.
El factor común fue la presencia de ritos religiosos pues a la mayoría de mandatarios se hicieron bendecir en templos que incluyeron, cómo no, una misa, en algunos casos protagonizada por el obispo de la zona. Ante todo, la bendición de los cielos…
El de Bucaramanga, por ejemplo, recibió la bendición de su padre que es pastor evangélico como él, quien le entregó una biblia con la recomendación de que ahí estaba la forma de gobernar. Parecieran olvidar que la Constitución dice claramente que Colombia es un país laico…
El de Cartagena fue un poco más allá: se negó a entrar al despacho que su antecesor ocupó hasta el 31 de diciembre, si antes algún cura no le hacía un exorcismo a la sede de gobierno. Y el de Filandia, en Quindío, no tuvo reparo en reservar un espacio preferencial en su ceremonia de posesión para ¡un toro!
Entre más de mil municipios que tiene Colombia, es seguro que hubo más escenas que, como las anteriores, reflejan el tipo de país que tenemos, pero, sobre todo, el tipo de gobernantes que elegimos.