De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno. Infierno como el que vivió el departamento del Cauca este fin de semana: emboscada y asesinato de 3 policías a sangre fría en Morales, ataques con explosivos a la estación de policía de Timba, secuestro de un uniformado en la vía de Caloto a Santander de Quilichao…
Tres crímenes que se suman a los muchos con que las disidencias al mando de alias Iván Mordisco –que según el anterior gobierno estaba muerto-, pretenden mostrar una capacidad de confrontación con miras a la negociación que comenzará el próximo mes con el gobierno Petro.
Aducen los asesinos que los muertos, heridos y secuestrados y la ola de violencia que tienen desatada en varios sectores, obedecen a “acciones de guerra” y a que no han acordado nada parecido a un cese al fuego con el gobierno.
Está bien: vamos a suponer que esa presentación irrazonable tuviera algún asidero, pero ¿qué ganan matando policías en emboscadas? ¿Qué ganan lanzando cilindros bomba a estaciones de policía que la mayoría de las veces se confunden en esos pueblos con las viviendas del sector? ¿Intentan presionar al gobierno para obtener una mejor negociación?
Me niego a creer que Petro ceda a este tipo de chantajes, me niego a creer que su ministro de defensa sea indolente ante la muerte de sus subordinados, me resisto a creer que las buenas intenciones de un gobierno que ha pretendido tender la mano hacia una paz total sean aprovechadas por los asesinos sin que pase nada.
Los únicos que no se cansan con los asesinatos, los secuestros, los atentados, son los asesinos, los secuestradores y los terroristas. De resto, tanto crimen, tanta inseguridad, se empiezan a ver como permisividad del gobierno.
De nada vale el pavimentado camino de las buenas intenciones si el destino esperado es el infierno.