“ Cuando llegamos a Ocaña y el fiscal me preguntó por quién iba, yo le contesté que por Fair Leonardo Porras Bernal; el fiscal soltó la risa y eso me produjo indignación porque no encontraba motivo para que rieran (…) entonces me dijo:
– Ah, ¿usted es la madre del jefe de la organización narco terrorista?
“Yo me quedé mirándolo y le dije:
– ¿Será que un joven de 26 años con una mentalidad de un niño de 8 años, que no sabe leer ni escribir, no identifica el valor del dinero y tiene una incapacidad en su brazo y pierna derecha, podría liderar un grupo al margen de la ley?
‘Ese es el informe del ejército’, me respondieron. Ahí es donde me entero que el Ejército Nacional de Colombia, la brigada móvil 15, eran los que habían asesinado a mi hijo Fair Leonardo y ellos sabían de su incapacidad ya que en el proceso penal lo llaman “el bobito”, o sea que sí sabían que mi hijo era un chico especial.”
El relato es de la señora Luz Marina Bernal Parra, habitante del municipio de Soacha de donde su hijo fue llevado hasta Ocaña para asesinarlo y pasarlo como un mal llamado “falso positivo”.
Como el de doña Luz Marina, hay cientos y cientos de relatos desgarradores ante los cuales, la natural orientación humana por que haya justicia, toma mas valor.
Hay muchos militares que han decidido contar la verdad sobre ese penoso capítulo de nuestra historia que, según la JEP, cobró la vida de 6.402 personas. Asesinatos a cambio de permisos, licencias, tal vez un ascenso, una felicitación del superior… Macabro.
Aún faltan muchos. En casos tan aberrantes como el de Fair Leonardo, hay una entidad internacional que mira atenta que el país sepa cumplir sus deberes con las víctimas y juzgue a sus victimarios: la Corte Penal Internacional (CPI). Bajo esa poderosa mirada no son pocos los miembros de las fuerzas militares que han decidido acogerse a las leyes nacionales.
La CPI tiene su sede principal en La Haya, Holanda. Si allá entienden lo importante que fue para doña Luz Marina en Soacha saber lo que pasó con su hijo, entenderían que su potente mirada no puede dejar de fijarse en Colombia y que su presencia es garantía para que nos acerquemos a la verdad manteniendo la fortaleza de las instituciones que hoy existen para ello.