Eso que usted compra como papas fritas, no son papas. Es almidón de papa moldeado con agua, adicionado con sal, sabores artificiales y frito en aceite, ofrecido en una seductora bolsa de papel brillante cuyo contenido ofrece más aire que “papitas fritas”.
La sociedad de consumo actual está llena -por no decir repleta-, de productos que se ofrecen como alimentos sin que lo sean. Son los llamados técnicamente ultraprocesados y popularmente conocidos como comida chatarra en Colombia. Los ultraprocesados son aquellos alimentos elaborados industrialmente y que en sus procesos incorporan sustancias como sal, azúcar, sabores y colores artificiales, aceites refinados, potenciadores de sabor y saborizantes con muy poco o nulo aporte nutricional. La evidencia científica afirma que su consumo aumenta el riesgo de sufrir enfermedades graves como diabetes y obesidad además de varios tipos de cáncer.
En un intento por exigirle a los fabricantes que informen mejor a los consumidores, el congreso aprobó la Ley del Etiquetado Frontal a mediados del año pasado y solo hasta esta semana el Ministerio de Salud anunció su reglamentación cuya aplicación quedará en manos del gobierno Petro.
La lucha de varias organizaciones civiles por conseguir que el consumidor esté más informado de lo que lleva a su boca enfrentó la lógica oposición de los industriales de ultraprocesados lo que impidió que los colombianos conocieran antes los llamados sellos frontales. Son figuras de forma hexagonal de fondo negro y letra blanca con textos que indican los excesos que el ultraprocesado contenga y que deberán estar de forma visible al frente de los empaques.
Los sellos frontales son un intento para que el consumidor se informe más y pueda tomar mejores decisiones de compra. La duda está en que los ultraprocesados ya forman parte de la dieta de millones y hacer que dejen de consumirlos solo porque un sello les advierte sobre sus excesos es una apuesta que solo el tiempo podrá confirmar.
Dentro de los denominados ultraprocesados están los lácteos azucarados (yogures, kumis, leches achocolatadas), los jugos envasados, las bebidas energizantes, la comida precocida, las galletas y pasabocas y los embutidos, entre otros.