Opinión: Habib Merheg Marún
Acaba el salir el informe del DANE que, entre otras cosas, mide el nivel de pobreza y el de pobreza extrema en Colombia y los números son aterradores.
Uno de los indicadores señala que el índice de pobreza monetaria en el país cayó de 40,8 en 2012 al 34,7 en 2018 lo cual fue muy bueno. Pero desde ahí, no ha parado de crecer hasta situarse en 2020 en 41,9. O sea, en menos de 3 años se perdió lo alcanzado y no solo por efectos de la pandemia.
El informe señala que 21,2 millones no tienen ingresos suficientes para suplir sus necesidades básicas y de esos, 7,4 millones están en pobreza extrema.
Con esas cifras, ¿sorprende el vandalismo? Sí. Pero no por lo ocurrido sino por lo no ocurrido porque si casi la mitad de la población de un país apenas sobrevive, lo lógico es que salga a protestar y que en medio de esa protesta, el descontento social acumulado, el rencor, la falta de formación, hogares disueltos, el hambre y la falta de oportunidades hayan convertido a algunos en casi delincuentes a los que obviamente, la sociedad y su sistema de justicia debe castigar.
Pero mientras se mantengan las pésimas condiciones que cimientan los edificios de la sociedad, éstos se seguirán derrumbando una y otra vez. Y si el gobierno en lugar de buscar apaciguar los ánimos se mantiene en su terquedad como vemos hoy con el actual y su reforma tributaria, seguiremos viendo marchas pacíficas multitudinarias dentro de las cuales los desadaptados buscarán sacar provecho.
Los que robaron almacenes no se convirtieron en ladrones el día de la marcha. Lo más seguro es que ya eran delincuentes que aprovecharon el caos y la ausencia de vigilancia para asaltar almacenes y llevarse las mercancías. Pero si nos quedamos en esas imágenes, las soluciones que surgirán serán plomo y cárcel y el árbol impedirá ver el bosque.
No es con limosnas cada mes a algunas personas, como pretende la tan sonada reforma tributaria, que se atiende el problema a mediano y largo plazo. Es con empleo, educación y oportunidades. Lo demás llegará por añadidura.