Por @EscribidorMao
Sin mucho conocimiento de la historia, pero con mucha imaginación activista, miles de colombianos piensan que estamos a puertas de una revolución, producto de una crisis política que tiene hoy al país en una polarización entre los sectores trabajadores y los grandes empresarios de Colombia.
La Revolución como se conoce en la historia de la humanidad, es un acto violento a través del cual, un pueblo se enfrenta con sus gobernantes para intentar un cambio en las estructuras del país. Todas las revoluciones que han existido en la historia, se reflejan en miles de fotografías violentas, en donde activistas revolucionarios del pueblo se enfrentan armados contra otro sector del pueblo, que representa a los soldados y la fuerza armada del gobierno. En otras palabras, es una lucha de pueblo contra pueblo para intentar un cambio social.
Si aplicamos dicha teoría en Colombia, decir que estamos a puertas de una confrontación armada entre el pueblo contra el Estado representado por Duque, debemos aclarar varias cosas:
La lucha social que hoy se vive en Colombia, esta representada por las juventudes, que armados de valor, piedras, palos y caucheras, se enfrentan a una institución como el ESMAD, dedicada a combatir disturbios urbanos. Esa fuerza armada (ESMAD) sólo representa la contención de los disturbios producto de la protesta, mejor dicho, son la base de la confrontación, ni siquiera es considerada una fuerza de ataque, sino de contención.
Mientras los manifestantes tiran piedras, el ESMAD responde con armas de tecnología, resumidas en gases lacrimógenos, que si bien han sido causante de varias muertes por su manera de disparo ante la humanidad de los manifestantes, no es considerada por las autoridades como arma letal.
Sólo imaginemos por un instante ¿Qué pasaría si los jóvenes manifestantes pasan esa barrera básica de defensa del ESMAD y debieran enfrentarse al ejército nacional en calidad de insurgentes y recibiendo ataques con fusiles y armas de largo alcance sin limitantes en su uso? Tendríamos miles y miles de jóvenes asesinados en las calles del país, bajo la justificación legal del Estado, que los acusa de rebelión ante el gobierno.
Por ese camino, las posibilidades de lograr una revolución son bastante pesimistas, reduciendo las posibilidades de lograr su objetivo a porcentajes irrisorios. por ese lado nos matarían a todos.
La Revolución Social que puede tener éxito en Colombia, y la única viable sin derramamientos de sangre, es a través de las urnas, del voto primario, de la elección de un candidato que permita gesta un cambio estructural en el país.
Las manifestaciones que iniciaron en Noviembre de 2019, y que se han mantenido desde hace más de dos meses en todo el país, han demostrado la inconformidad de millones de colombianos que han salido a las marchas para reclamar un mejor país. Es evidente que sólo un porcentaje de ellos apoyan a Gustavo Petro, pero en general ese clamor social por una mejor Colombia se vive y se siente en toda la nación.
¿Estamos listos para asumir
la postura de buenos ciudadanos?
Esta pregunta es crucial para definir a nuestra sociedad, la pregunta surge desde el análisis sicológico de la sociedad colombiana. Si lográramos ese cambio en el congreso y castigamos a los congresistas en las urnas y logramos que personas honestas tomen las banderas del país ¿Eso nos convierte en mejores ciudadanos?
Aquí es donde la cosa se pone oscura, aquí es donde debemos preguntarnos si logrando ese objetivo, nosotros también cambiaríamos como individuos para la construcción de un mejor país. ¿Dejaríamos de sobornar a los policías cuando nos deben multar por una infracción? ¿Dejaríamos de hacer torcidos con las empresas de seguros para robarnos parte dela indemnización? ¿Nos exigiríamos a nosotros mismos ser honestos y rectos en nuestros actos? ¿Qué estaríamos dispuestos a dar de nosotros para mejorar al país?
Somos muy buenos para criticar y ver la corrupción en los demás, pero somos malos jueces de nuestras conductas sociales y sin un cambio en la estructura social desde el interior del individuo, todo intento de cambio será un absurdo que ni siquiera logramos entender.
Esa revolución que tanto aclamamos tiene inicio en la base social, en el individuo y su capacidad de esclarecer la función más básica de todas: Diferenciar el bien y el mal desde su concepto esencial.
Debemos cambiar nuestra mentalidad antes de pensar en el cambio social, debemos aprender a ser más humanos, antes de exigir un gobierno transparente, debemos aprender a ser más colombianos para lograr una mejor Colombia.