Nunca pensé tener un enfrentamiento tan fuerte, en defensa de uno de los grandes valores de la patria, con unos iconoclastas destructores de uno de los símbolos de nuestra nacionalidad.
Pertenezco orgullosamente al grupo ortodoxo de la defensa de nuestros valores y, duélale a quien le duela, lucho a muerte contra los que tratan impunemente de introducir fórmulas que varían la esencia de cómo hacer buñuelos.
El buñuelo no tiene huevo; el buñuelo no puede tener bocadillo, ni arequipe; ese es un anatema; el buñuelo se hace con queso molido, no con queso rayado; el queso debe ser queso costeño bien salado, jamás queso de cabra, ni queso campesino.
Mi ira santa, contra los criminales del buñuelo, se acrecenta cuando oigo que le echan leche, mantequilla y panela. !Que horror!, que ofensa a nuestra nacionalidad. Se hace con poca agua que se vierte sobre la harina de maíz y almidón, agregando una pizca de bicarbonato de sodio, para que se esponjen.
En mi encuesta sobre el buñuelo me quedó claro que, quien echa leche al buñuelo es porque le gusta blandito y, quienes le echan solo agua, les gusta durito.
El colmo de estos enemigos del auténtico buñuelo es que, no los hacen redondeados con las manos, sino que tienen moldes para que queden idénticos. La quinta esencia del buñuelo es que ninguno puede ser idéntico al otro. Deben, eso sí, tener el mismo dorado externo y estar bien hechos por dentro.
Sobre el tamaño del buñuelo puede haber discrepancias, pero sobre su hechura no. Así como otras redondeces, a algunos les gustan grandes, a otros medianos y a muchos pequeños. Pienso que depende del tamaño de la boca.
Convoco a una protesta ciudadana, con minga y todo, para protestar contra los que le ponen huevo, arequipe, leche y otros menjurjes al buñuelo. El 24 y 31 de diciembre gritaremos:
¡El buñuelo bueno no tiene huevo. Buñueleros unidos jamás seremos jodidos!