Opnión: Kico Becerra
La pretensión de los autodenominados voceros del paro nacional indefinido, de convertir el 20 de Julio en la fecha de la nueva independencia Nacional, es sin duda megalómana y delirante.
Realmente todo se puede esperar en este momento de la historia nacional, en que tenemos trastocados todos los valores, en que el gobierno no tiene ningún poder y que las funciones de policía las ejerce, supuestamente, la llamada Minga indígena.
¿Cómo es posible que la fecha de la independencia Nacional, que siempre se ha celebrado con el desfile de las Fuerzas Armadas, no se pueda realizar este año, porque unos pocos deciden que debe ser un día de miedo colectivo? ¿Qué las autoridades se hayan sometido a semejante chantaje es una muestra de su nula legitimidad o de falta de pantalones?
Que el desfile de chivas llenas de indígenas con pañuelos tapando sus rostros, haya reemplazado el otrora magno desfile de las Fuerzas Armadas, muestra el deterioro total de la capacidad del gobierno para imponer la tranquilidad colectiva.
Un presidente más pendiente de lo que pasa en Venezuela y en Cuba que lo que transcurre aquí, demuestra nuevamente su falta de sintonía con la Nación; una Gobernadora que se deja imponer de un alcalde la trashumancia de indígenas, venidos de todos los rincones, para imponer su ley en Cali, es una demostración preclara de la falta de autoridad.
Los envalentonados auto voceros de las llamadas primeras líneas, que pretenden borrar la historia de Francisco José de Caldas, Acevedo Gómez, Camilo Torres y Jorge Tadeo Lozano, entre otros, para cambiarlas por las del compañero encapuchado 1, compañera encapuchada 2 y así sucesivamente, para demostrar que ese es su concepto de Estado anónimo que nos debe regir son realmente una histriónica pantomima.
Los sublevados contra el Virrey y el poder español no tuvieron miedo de mostrar sus rostros y sus nombres, por eso fueron fusilados en la corta reconquista; los actuales no serán recordados ni por la historia, por falta de siquiera conocer sus rostros.
Las legítimas razones de la protesta se fueron diluyendo, por los egos de quienes han pretendido ser los voceros de esa masa inconforme en busca reivindicaciones; sus torpezas llevaron al hastío colectivo, incluso, al rechazo a los procederes vandálicos y bloqueos permanentes. Hasta los políticos de extrema izquierda han visto resentidas sus causas electorales, por eso, ya están marcando distancia con los denominados promotores de las protestas.
No sé qué pasará el martes venidero y si realmente habrá una movilización sin antecedentes en la vida nacional, como lo pronostican sus organizadores; de lo que sí tengo certeza, es de que los que ya fueron víctimas de la violencia y bandidaje están más preparados, para evitar daños similares; basta con pasar por las calles y ver cómo cambiaron las vitrinas por planchas de madera y rejas de hierro.
Ojalá haya unas marchas pacíficas y que, los voceros reales de los inconformes, logren reivindicaciones inmediatas y realistas, para los marginados, por medio de diálogos conciliatorios y que, las fuerzas del estado no tengan que intervenir para imponer el orden; si lo tienen que hacer, que no haya indiscriminado exceso ilegal de fuerza, para evitar vergüenzas internacionales.
Ñapa: El próximo domingo 25, llueva truene o relampaguee, estaré con unos pocos ciudadanos colocando unas fotos de lo que fue el icónico sitio de la estatua al fundador de Cali; los invito a que pasen a verlas.