Captura, traslado en avión hasta la capital, medios invitados, capturados esposados –nada más y nada menos que un hijo del presidente y su ex esposa-, presentación ante el juez de control de garantías, trino del presidente pidiendo que se hiciera justicia, toda una semana pendientes del asunto. Por los medios y sus titulares apurados y hasta malintencionados, muchos hablaron de renuncias presidenciales y absurdos de tamaño similar.
Lo cierto es que entre Petro vs. Petro la que debe ganar es Colombia. Y así ha sido hasta ahora.
Porque si bien el actuar de la fiscalía fue, a decir de muchos, apresurado, Nicolás y su ex esposa tenían una investigación encima y el fiscal del caso obró en consecuencia. Eso es institucionalidad. Como lo fue la respuesta del juez de control de garantías que suspendió la primera audiencia y regañó al fiscal por no tener todos los elementos preparados y listos.
La institucionalidad se mantuvo durante toda la semana que duró esa audiencia: los acusados tuvieron sus derechos, conocieron los delitos de los que les acusaban y usando una herramienta de la legislación, Nicolás Petro decidió negociar con la Fiscalía.
Otra prueba de que estamos bajo un estado de derecho, fue el hecho que el juez consideró en su libre determinación que las pruebas no eran tan contundentes como para mandar los detenidos a una cárcel y los dejó libres, aunque vinculados a la investigación.
Los opositores del presidente pidieron su cabeza, sus simpatizantes lo respaldaron, expresidentes como Gaviria y Samper exigieron el respeto al debido proceso y se alejaron de las voces que pedían renuncias, mientras sectores de la prensa demostraban que la libertad se respeta hasta para quienes publican imbecilidades.
En medio de todo, el presidente Petro se mantuvo en su sitio, conservó su opinión de pesar ante los hechos que involucraban a su hijo y de respeto ante las decisiones judiciales sin asomo de querer intervenir en ellas y siguió desarrollando su agenda de primer mandatario sin que un hecho tan grave lo distrajera, según sus propias palabras.
Da tranquilidad el desarrollo de los acontecimientos. Solo pensar en algo diferente, produce escalofrío. Pensar en una acusación sin fundamento, en unos jueces decidiendo sin criterio, en una prensa con bozal o en un presidente de actuar diferente al que tuvo Petro, sería un escenario macabro.
Quizás muchos no lo noten ni lo aprecien, pero mientras se siga respetando la institucionalidad, la ganadora siempre seguirá siendo Colombia.