Desde el pasado lunes, la calma en la vereda El Abarico, en el municipio colombiano de El Zulia, del departamento de Norte de Santander, se vio alterada cuando la tierra rugió y alertó de un mal presagio.
Minutos después, a través de la comunicación interna del yacimiento La Mestiza, se anunció la tragedia: la mina explotó.
Catorce hombres quedaron atrapados a una profundidad de 100 metros debido a la acumulación de gas metano en el sumidero, lo que también retrasó las labores de rescate por temor a una segunda explosión. Los rescatistas tuvieron que ser evacuados varias veces y su misión fue lenta.
Afuera, más de 30 familiares de los mineros esperaban señales de que sus seres queridos seguían con vida, pero el tiempo se acababa y los pensamientos negativos inundaban sus mentes. Las esposas, las madres y los niños lloran porque no saben nada sobre sí mismos y no pueden hacer nada al respecto.
Aunque la esperanza va menguando, no desaparece del todo, y Sara Pérez, madre del minero Miguel Pérez, se aferra a sus oraciones sentada en una piedra a orillas de la quebrada que los separa de la mina. “Solo Él [Dios] tiene el poder de devolvernos a nuestros familiares sanos y salvos, como nosotros sabemos que será”, dijo, y continuó la oración con las demás personas.
La de este miércoles fue la tercera noche en la que los familiares de los 14 hombres bajo tierra siguieron sin dormir. El único consuelo que tienen es que reposarán en las camas de tablas que están ubicadas a algunos metros de la mina, las mismas camas en las que apenas hace tres días sus hermanos, esposos e hijos durmieron su última noche.