Opinión: Kico Becerra
Mientras el país se escurre, como el agua entre las manos, los dirigentes políticos actúan como si las circunstancias fueran iguales a las de los años anteriores a la crisis de la pandemia.
Es increíble seguir escuchando y viendo los mismos con las mismas. Lo de la convención o asamblea liberal, que volvió a elegir al «juvenil» César Gaviria, es una preclara demostración.
Su discurso contra Duque y CD es el mismo que dijo el año anterior. Sin embargo, simultáneamente, el partido votó por el candidato de Duque a la defensoría del pueblo y lo hará seguramente por la candidata del gobierno a la procuraduría, sabiendo que ella es enemiga de la JEP, institución que Gaviria dice defender.
¿No se habrán dado cuenta los dirigentes políticos del drama del desempleo, del hambre y de la inseguridad que nos están azotando?
¿Será que no han captado el drama nacional porque ellos reciben sus suculentos salarios?
Seguir hablando del proceso de paz, del plebiscito de Santos, de acabar con la JEP, de los jefes paramilitares extraditados y de todos los hechos del pasado, para mantener polarizado al país, es una muestra de lo desconectados de la realidad nacional en que están los llamados jefes y partidos.
La gente está mamada de esa pelea por el pasado; está exigiendo soluciones a los problemas surgidos por la pandemia; quiere empleo y comida; quiere reactivar las empresas cerradas; quiere apoyo para producir alimentos nacionales; quiere estudiar y exige políticos no corruptos que les garanticen futuro y no peleas del pasado.
Quienes piensan que esto va a seguir igual y que los candidatos del reciente pasado electoral serán protagonistas de la próxima contienda presidencial, pueden llevarse una gran sorpresa. El malestar colectivo que se palpa en todo el país es el preámbulo de un seguro surgimiento de liderazgos distintos a los tradicionales.
La pandemia nos cambió; estoy seguro nos cambiará también electoralmente; que se bajen de la nube los que creen que esto políticamente será igual.
Podemos estar ad portas de una gran rebelión electoral; no sabemos de qué naturaleza, lo que sí es seguro es que no será con los mismos de siempre.
Lo triste es que los llamados dirigentes no se estén dando cuenta de ese tsunami político que se avecina y sigan actuando como si nada estuviese pasando.
Ñapa: no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Director: Habib Merheg Marún