Opinión: Mauricio Guzmán Cuevas
La no extradición de narcotraficantes no es lo que motiva el voto en favor de las objeciones a la ley estatutaria de la JEP. Entre otras cosas porque quienes están hoy vinculados con este delito, prefieren ser enviados a estados unidos y someterse a su justicia para salir más rápido de prisión.
Preocupa ver y escuchar a dirigentes colombianos, rasgándose las vestiduras frente a este atroz delito de envenenar a nuestra juventud, para reducir todo a una acción punitiva de persecución a este delito.
Hasta la saciedad se ha demostrado que este camino solo sirve para darle valor a esa producción clandestina y criminalizada. Sorprende que quienes se indignan no hagan nada para tratar su consumo como un tema de salud pública; y como padres de responsabilidad en nuestro rol formativo.
No puede ser, no hay derecho a seguir metiendo la cabeza en la tierra creyendo que el consumo de las drogas ilicitas dejarán en paz a nuestros hijos. Somos nosotros al no consumirlas quienes le pongamos el tatequieto.
A mí me enseñaron que cuando alguien asume una postura poco razonable, debo «pensar mal» porque en últimas está haciendo un servicio al revés de lo que dice. Es por ello que preocupa que con la discusión de la JEP en últimas los beneficiados terminen siendo los dedicados al negocio de las drogas ilicitas.