La gigante tormenta, que fue degradada a huracán de categoría 1, desató varios tornados en el sureste estadounidense de los que no se reportaron víctimas.
Residentes de la costa de Carolina del Norte acataron las órdenes de evacuación mientras otros protegieron sus hogares con tablones y se preparaban para enfrentar la tormenta.
El estado de Florida salió en gran medida ileso del paso de Dorian. «Tuvimos suerte en Florida. Mucha, mucha suerte de hecho», dijo el presidente Donald Trump.
Pero el archipiélago de Bahamas, a solo 80 km de la costa de la Florida, es un paisaje desolador.
Varias naciones se sumaron a los esfuerzos de rescate para los miles de víctimas de Dorian en las islas Ábaco y Gran Bahama, en el norte del archipiélago.
Dorian soplaba con intensidad de categoría 5 cuando se instaló durante casi dos días sobre el norte de las Bahamas, donde dejó una destrucción inimaginable.
La extensión del daño en Bahamas comenzaba a conocerse el jueves, a medida que los equipos de socorro lograban recorrer el área para rescatar sobrevivientes y llevar ayuda a las víctimas.
Naciones Unidas advirtió que unas 70.000 personas que están en Bahamas necesitan «ayuda inmediata».
El secretario general adjunto para Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, informó que se necesitan con urgencia refugios, agua potable, alimentos y medicinas para unas 50.000 personas en la isla Gran Bahama y para entre 15.000 y 20.000 en Gran Ábaco.
«Es un infierno en todas partes», dijo Brian Harvey, un canadiense que vive en Ábaco. «Necesitamos salir de aquí. Han sido ya cuatro o cinco días, es hora de irnos», añadió.
Minnis advirtió que los saqueadores serán castigados «con todo el peso de la ley», y afirmó que se habían desplegado agentes adicionales de las fuerzas de seguridad.
Director: Habib Merheg Marún