Opinión: Kico Becerra
Colombia es una Nación independiente desde hace 201 años. Es el 28º país de la tierra en habitantes; es reconocida por la pujanza de sus habitantes y su biodiversidad; ha tenido vocación republicana y solo dos rompimientos democráticos, desde 1886, en donde imperaron cortas dictaduras: Menos de un año Reyes (1909) y 5 años Rojas Pinilla (1953-1957).
Hemos tenido diversidad de gobernantes, elegidos popularmente y unas Fuerzas Armadas respetuosas de los resultados electorales.
De unos años para acá, a unos líderes políticos y sus seguidores, les ha dado por creer y pregonar que antes de ellos no existía nada en este territorio y, gracias a ellos, empezó a existir la Nación. Típico complejo de Adán.
Uribe y sus fanáticos creen que antes del gobierno del expresidente, no existíamos y todo era oscuridad y caos; para ellos el Siglo XX no existió; solo cuando apareció el Mesías, al comienzo de este siglo, la nación apareció y, cuando él dejó la presidencia, el país sucumbió y está a punto de desaparecer.
Con los anti Uribistas pasa lo mismo, pero, al contrario; para ellos, Uribe es el responsable de todo, antes de él Colombia iba por buen camino, era una democracia con problemas, pero respetable. Llegó el «paraco» y destruyó todo. Es necesario acabar todo lo que huela a Uribe para reconstruir nuevamente este País.
Hemos llegado a extremos tales que, para algunos, su existencia gira alrededor de defender o atacar a este personaje. Dos ejemplos bastan: Vicky Dávila solo gira en la forma de resaltar a Uribe, atacar a Santos y a Petro, por ser anti Uribistas. Daniel Coronel vive únicamente para atacar a Uribe y a sus fanáticos seguidores. Los dos son absolutamente monotemáticos; igual sucede con muchos colombianos, ¿qué les pasará el día en que Uribe fallezca?
Lo cierto es que, esta Patria existía desde mucho antes de los Uribes y los Petros; con todos los defectos y virtudes; con una violencia absurda y creadora de múltiples acuerdos de Paz; unos exitosos y otros no. Hemos pasado de ser un País campesino para convertirnos en una nación urbana; menos del 15% vive en la ruralía. Hemos construido vías en medio de montañas agrestes; pasamos de ser un país de analfabetas a tener 97% de alfabetizados; tenemos más universidades que cualquier país semejante. Hay cubrimiento de salud para todos, con ineficiencias, pero para todos.
Indudablemente somos un país con inequidad social y concentración del capital en pocas manos, producto del sistema económico mundial que está globalmente haciendo crisis. Basta con leer al gringo senador Sanders, para saber lo que ha sido la consecuencia del acaparamiento de la riqueza, por parte de las multinacionales en USA.
El G7, dónde están las más poderosas naciones, dio un trascendental paso al decidir poner un impuesto mínimo a las transnacionales y evitar sigan acaparando riqueza y no tributando lo justo, por sus trucos de elusión, con la multiplicidad de supuestas sedes en diferentes países; parece que, lo mismo va a hacer el G20.
Partiendo del principio del necesario cambio de sistema económico mundial, acelerado por la pandemia y la rebelión mundial, de los cada vez más pobres del mundo, que ha dado comienzo a una nueva era de la humanidad, debemos entender lo que también está pasando aquí.
Se debe partir de construir sobre los cimientos de lo construido, no destruir todo para volver a iniciar. Ya vemos las consecuencias y los costos de vidas humanas, empleos y obras materiales, del vandalismo destructor, promovido directa o indirectamente por líderes que todos conocemos y, del uso desmedido de la fuerza, por parte de un estado no preparado para manejar los desmanes sociales.
Quienes creen que solamente en Colombia hay un desasosiego Social y protestas, están muy equivocados. El mundo entero está en ebullición, buscando salidas económicas y sociales, para enfrentar esta nueva era. Apenas se está construyendo este nuevo orden mundial, donde el capitalismo y el socialismo desaparecen en las concepciones actuales; ya en China vemos un socialismo capitalista, cosa impensable hace 30 años.
La era cibernética cambió la óptica de vista de las nuevas generaciones; los jóvenes ya no buscan ser acaparadores de riqueza, buscan bienestar; quieren y perciben un mundo sin fronteras. Esto requiere un cambio profundo de la institucionalidad mundial; apenas estamos comenzando.
Ñapa: Los que están pensando en emigrar, por miedo de lo que pueda pasar en Colombia, averigüen bien y escuchen a los habitantes de otras naciones sobre lo que está pasando por allá y verán lo cierto de lo que les estoy diciendo.
Ñapita: Gracias por la compañía en la puesta de las fotos y la “estatua” del fundador; quedó claro que a Cali se la debe respetar.