Por @EscribidorMao
Alejandro Riaño ha sabido cómo llegar a una audiencia que en medio de esta crisis tan tenaz que vive Polombia, disfruta del sarcasmo que nos trae su personaje Juanpis González, el hijo del verdadero Patrón de la economía colombiana, que coincidencialmente, se llama Luis Carlos y que maneja todos los hilos políticos a su amaño, sin incursionar directamente en la política nacional.
Debo reconocer que El Show de Juanpis, en ese formato de entrevista en donde han estado varios de los hoy candidatos a la presidencia, entre ellos Gustavo Petro y el ingeniero Hernández, me hicieron reír mucho, disfrutando como se peinaban conjuntamente Petro y Riaño.
Un Panorama Realista
Es inevitable para cualquier colombiano que este actualizado con la situación actual del país, no verse identificado con ese país que Juanpis nos quiere mostrar, en donde los grandes políticos hacen lo que les da la gana sin que nadie los pueda tocar.
Es el reflejo de esa idiotez política que nos mantienes sumidos en la derrota y su compañera de set, la hermosa joven que tiene su mente encasillada en la lealtad a sus principios, termina aceptando las trampas que pone Juanpis y resignada sigue enamorada de ese joven embaucador que enreda hasta a su propio padre.
Es la comedia más cruda que haya visto y que refleja el panorama social que vive este potrero, es la foto de la realidad que lleva décadas viviéndose en el país y que nos enfrenta ante esa realidad a la que seguimos aceptando.
La serie ya está en la lista de las más vistas en Colombia a nivel mundial, cada colombiano en el planeta la está disfrutando y aunque no será fácil de entender en otras culturas, es evidente que muchos países en Latinoamérica viven situaciones similares que los identifica con esta historia.
Admirable el trabajo de Alejandro Riaño, en especial en un país en donde matan gente por mirar feo a un uribista, un país en donde la gente de bien sale armada a dispararle a los manifestantes que reclaman un cambio en la política, un país en donde mandar a matar a alguien puede costar entre $200.000 y hasta $10 millones en caso que sea alguien más reconocido y complicado.
Se necesitan cojones para saltar a un escenario como Netflix y sacar a relucir esa foto de la corrupción colombiana con personajes propios, sabiendo que justo ahora, cuando las campañas presidenciales buscan reformar la pobre imagen de los partidos políticos.
Ojala producciones de este tipo nos permitan entender esa realidad que vivimos y sentir, en medio de risas, la gravedad de tener un círculo político que domina la gobernabilidad del país.
Esperaremos la segunda temporada, pero de ante mano espero que Juanpis nunca cambie, que siga siendo ese mancito convencido que por ser el hijo del patrón puede hacer lo que le plazca.