Por @EscribidorMao
Todo bandido que se respete en este país, tiene al menos dos tarjetas de abogados en su billetera, la de Jaime Lombana y la de Abelardo de la Aspriella, eso sí, sus clientes deben tener como pagar las altas tarifas si quieren una defensa efectiva que los deje en total impunidad.
Karen Abudinen tiene muy claro que la vuelta de Centros Poblados se complicó y ahora necesita a un maestro de las leyes que tome las riendas de su caso, enrede las intenciones, desvirtúe las evidencias, destroce las acusaciones y si es posible, consiga una demanda contra el Estado para limpiar su nombre y sacarle al erario unos miles de millones como indemnización por su honestidad. Así funciona este país.
¿Por qué ganan estos abogados del mal?
Para responder este párrafo toca hablar con mucha delicadeza, no vaya y sea que termine demandado por el zar de los abogados del diablo.
Muchos de sus clientes son verdaderos bandidos de la contratación, personajes siniestros que sin escrúpulos han logrado desfalcar miles de millones de pesos y que gracias a estos abogados logran salir libres y en los mejores casos, son indemnizados por el Estado. ¿Pero cómo lo logran? ¿Cómo pueden cambiar el curso de la investigación y quedar impunes ante toda la evidencia?
A mi juicio (y para no tener líos legales) diré que tienen influencia con los dioses de la justicia divina, tienen un pacto sagrado con la señora que se cubre los ojos y lleva una balanza en su mano, esa alianza secreta se mantiene oculta y aunque muchos creen que se trata de un pacto diabólico con la justicia, yo pienso que su fama lo dice todo.
Karen Abudinen la tiene clara, sabe que con Jaime Lombana las cosas van a salir bien, nadie podrá ganarle a su abogado, en especial cuando la fiscalía anda con los ojos vendados y quien la lleva de la mano es el propio presidente de la república, que conoce muy bien el sendero que deben atravesar y tiene el mapa para llegar a tierra segura.
Así que ya saben, si usted decide alguna vez incursionar en el vandalismo gubernamental, primero consiga las tarjetas de los abogados del diablo y luego si, láncese de lleno a la profesión más lucrativa del país, robar el erario de los colombianos.
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