«Una persona nunca puede ser puesta a la venta«, denuncia el papa en el prólogo de un libro del padre Aldo Buonaiuto, sacerdote de la Comunidad papa Juan XXIII, una asociación caritativa católica que acoge a pobres, prostitutas o adolescentes con problemas.
«Cualquier forma de prostitución es una reducción a la esclavitud, un acto criminal, un vicio repugnante que confunde hacer el amor con desahogar los propios instintos torturando a una mujer sin defensa«, según un texto publicado el lunes en el diario italiano La Repubblica.
Añadió que el grito de dolor de las víctimas no puede ser indiferente a las instituciones. «Es una enfermedad de la humanidad, un modo equivocado de pensar de la sociedad. Liberar a estos pobres esclavos es un gesto de misericordia y un deber para todos los hombres de buena voluntad (…) Nadie debe mirar hacia otro lado o lavarse las manos de la sangre inocente vertida en las calles del mundo«.
El papa relata también que visitó una casa de acogida de la Comunidad papa Juan XXIII, para conocer mujeres «crucificadas«. Explica que les pidió perdón «por las torturas que tuvieron que soportar a causa de clientes, muchos de los cuales se definen como cristianos«.
Director: Habib Merheg Marún