Opinión: Kico Becerra
Leyendo los datos de las consecuencias económicas y sociales de estos meses de pandemia a nivel mundial y local, solo podemos decir que una catástrofe igual no se veía sino después del fin de la segunda guerra mundial.
El endeudamiento global, tanto de países desarrollados, como los en vía de desarrollo es alarmante. El desempleo promedio de 20%, el aumento de los índices de pobreza y desequilibrio social, el decrecimiento de PIB y de todos los índices de medición macro económicos, obligan a tomar unas medidas de choque poco ortodoxas.
La moratoria del pago de la deuda externa es, sin duda, una de esas medidas; así como se hizo después de la guerra mundial. Las naciones deben tomar medidas internas en ese mismo sentido, para evitar la estrangulación, por parte del propio estado, a sus empresas y ciudadanos.
El documento CONPES, aprobado por el gobierno, prevé la necesidad de conseguir 170 BILLONES de pesos, para recuperar la economía. Esto equivale a 5 reformas tributarias de las últimas que hemos hecho ¿quién aguanta esto?
Lo interesante es que se dice que, quien debe conseguir la mayor parte de ese billetal, es el sector privado. ¿De dónde? ¿De qué fuentes de financiación? Más impuestos y más deudas, ¿quién aguanta?
Frente a este oscuro panorama, los políticos se dedicaron a hacer coaliciones electorales, de carácter mecanicista, es decir, la suma de supuestos votos del pasado. Se olvidan que cambiaron las circunstancias y que, después de este shock de la pandemia, los ciudadanos cambiaron de chip.
No hay programas, hay candidatos para tirar al aire; todos anclados en el pasado; pareciera que, para los políticos, la pandemia no haya existido y, la crisis social y económica sea un invento de los estadísticos.
No hay un líder capaz de decir que, para salir de este atolladero, se requiere mucho trabajo, mucho sacrificio y mucha imaginación. Que debemos olvidar lo que nos desunió en el pasado y dedicarnos a la construcción del futuro.
Todos los liderazgos siguen con los temas de la campaña de hace 3 años; prometiendo todo tipo de beneficios sociales, desconociendo que estamos en una crisis sin precedentes; que el mundo cambió, después de más de un año de cuarentenas.
¿Habrá un líder serio que diga la verdad y haga caer en cuenta a los ciudadanos de que esto no se arregla con pequeños subsidios, ni más beneficios laborales?; ¿que tenemos que prepararnos para momentos difíciles de los cuales solo saldremos con mucho sudor y sacrificio, de todas las clases sociales?
Seguro que no, el populismo da votos y las consecuencias están en Venezuela, donde se acabó la riqueza por malversación y abuso de la demagogia en la administración del hermano país.
No es serio y muchos menos patriótico, seguir haciendo componendas políticas, sin un programa claro de gobierno, que muestre la realidad económica y social; que enuncie los sacrificios, restricciones y renuncias de beneficios que todos debemos hacer, especialmente los pocos que aún conservan sus empresas y bienes de capital.
Comentando esto con uno de mis gurús de Palmaseca, Sinforoso Popó Carabali, me dijo: “No le gaste caspa a eso, mi querido dotor, a los colombianos no nos gusta que nos digan la verdad y menos que tenemos que sudar y trabajar para salir de esta olla; ganará el que más pajaritos de oro nos pinte»
¡¡¡¡Plop!!!!