Se llama Manuel Castañeda y el 10 de diciembre pasado fue sorprendido manejando una camioneta adscrita al servicio de la UNP por carreteras del departamento de Cauca, pero en su interior no transportaba a ningún funcionario importante ni menos, a uno de los miles de amenazados que en Colombia precisan fuerte custodia por parte del estado. No. La camioneta, asignada al esquema de seguridad del propio exsubdirector de la Unidad, Ronald Rodríguez Rozo, transportaba un cargamento de cocaína.
Castañeda decidió prender el ventilador y con lo dicho hasta ahora, ha levantado un poco más la alfombra que los anteriores directivos de la UNP habían tendido para tapar lo que parece ser una inmensa podredumbre que incluye, entre otros casos graves, la posible participación de personal de la propia UNP y del Gaula en la fuga del reconocido criminal alias Matamba, el alquiler de esquemas de seguridad y, como en este caso, el transporte de narcóticos en vehículos de la entidad.
El presidente Gustavo Petro trinó a propósito del escándalo que apenas comienza: “A punto de descubrirse uno de los peores hechos de corrupción. No solo en vehículos oficiales se transportaban cargamentos de drogas, sino presos que, después, aparecieron muertos”.
Manuel Castañeda ha dado datos sobre cómo y en dónde recogió al que hoy cree que sería Matamba, quién lo habría contactado para esa labor y hasta donde lo habría llevado.
Alias Matamba huyó de la cárcel La Picota de Bogotá el 18 de marzo de este año, gracias a que a su paso los candados y las puertas se abrían como por arte de magia. Fue localizado y dado de baja por la Policía 70 días después en una finca del municipio de Bolívar en Santander. Al momento de su escape, el narcotraficante había dicho que delataría a sus socios.
La abogada de Matamba dijo al momento de la huida, que a su cliente lo habían desaparecido.
Al escándalo de la camioneta cargada de cocaína habrá que sumarle, por lo dicho hasta ahora por su chofer, muchos otros hechos quizá más sorprendentes y delicados.