Lo más grave de la no asistencia del presidente Gustavo Petro a la ceremonia militar en que las diferentes fuerzas le hacen el reconocimiento oficial como jefe supremo, no es la razón de la misma. Es el silencio alrededor del tema.
Porque sin explicación oficial, válida o no, se comparta o no, el presiente queda expuesto a lo que de él quiera decir cualquiera que, haciendo uso de su derecho a suponer, bien lo puede poner dormido en su casa, gravemente enfermo o reflexionando en la Sierra Nevada.
Días antes de su posesión, Petro estuvo ausente de medios y redes por más de 100 horas y apareció diciendo que estaba preparando la imagen de su posesión en Caño Cristales. Algunos medios intentaron refutar esa razón comparando algunas de las fotos publicadas y afirmando que eran viejas.
Pasó en la asamblea de la OEA cuando se votaba una moción contra Nicaragua. El gobierno colombiano no estuvo presente y hasta ahora, no hay explicación oficial.
El caso de la ceremonia militar es mas llamativo desde luego, pues la relación del presidente con las fuerzas armadas es uno de los temas sobre el cual la opinión tiene todas las miradas y ese desaire se presta para mil interpretaciones.
El periodista Daniel Coronell en su “Reporte Coronell” de hoy en la cadena W Radio, intenta dar pistas sobre lo sucedido y destaca que aún la familia presidencial no habita la residencia oficial en la Casa de Nariño debido a que la familia antecesora no permitió conocerla previamente a la posesión.
Sea cual sea la razón, el silencio es mucho más dañino que cualquier otra razón.