Las otras “pobres” guerras

Por: Habib Merheg Marún

Nos equivocamos quienes llegamos a pensar que después de la pandemia la sociedad sería mejor y la humanidad aprendería la lección. Falso. Aún sin acabarse la pandemia, el mundo volvió a lo que era y la estela de destrucción de la naturaleza y del aniquilamiento entre hermanos, ocupa los titulares y encarta a los gobiernos.

La guerra más sonada, la más mediática es sin duda, la de Ucrania. Una gran potencia invade un país vecino que se defiende ferozmente a pesar de que la diferencia de fuerzas fácilmente permite predecir quién será el ganador. El seguro perdedor se lamenta de la soledad en que lo han dejado sus amigos quienes, para no intervenir militarmente, agarran el arma mas letal que tienen a mano: las sanciones económicas. Un arma letal pero lenta en producir sus efectos y esa lentitud le da tiempo al otro de evadirla o de minimizarlos. Mientras, caen los muertos por decenas y se destruyen ciudades a bombazo limpio sin que nada pueda evitarlo.

Es, diríamos, la guerra de moda. Es entre países de población blanca y los medios se han volcado a hacer un cubrimiento de acuerdo con sus intereses. Desde que empezó la invasión (Rusia la llama “operación militar”), ocupa los titulares de todos los medios. Y llama la atención la forma amable, cordial, humanitaria, con que los miles de desplazados que han podido salir del área de guerra son recibidos por sus vecinos.

Llama la atención porque esos mismos países que hoy acogen a los desplazados ucranianos, han tenido una actitud totalmente contraria cuando los desplazados provienen de otras regiones como el norte de África. Pareciera que el color de piel o el de los ojos jugara su papel para ser bienvenido o rechazado.

Allá también viven cruentas guerras que llevan años, con millones de desplazados y en medio de una pobreza y de unas condiciones climáticas verdaderamente difíciles. El Sahel es una región desértica de África e incluye países como Malí, Chad, Senegal, Níger, Burkina Faso, Nigeria, Eritrea, Argelia, Etiopía y Mauritania. Desde hace más de 20 años ha visto cómo a sus difíciles condiciones naturales, se han sumado las políticas, las de seguridad y, por ende, las económicas. La presencia de yihadistas y anti yihadistas completan ese explosivo ambiente en el que participan varios países que supuestamente nada tendrían que ver como Francia en Malí y Arabia en Yemen. El caso de Rusia y Estados Unidos en Siria, de israelíes y palestinos en Oriente y el de los talibanes en Afganistán, forman parte de una lista negra larguísima que se completa con otros conflictos de menor intensidad, pero con cientos de víctimas.

A los ojos del mundo, pareciera que hay guerras de primera y otras, las guerras “pobres”. Cuando la realidad es que los únicos pobres somos todos, somos la humanidad completa que a pesar de todos los llamados y de toda la historia, insistimos en matarnos antes, durante y después de las pandemias.