Opinión: Gustavo Álvarez Gardeazabal
Con el mismo método desesperante que usaba el expresidente Turbay Ayala para sancionar poco a poco a quienes se les iba la mano o se salían de la justa medida de las proporciones, pero eso sí, sin conseguir en ningún momento la contundencia que Turbay obtenía con semejantes guillotinazos a las cúpulas militares, el presidente Duque ha ido sacando de a general en general. No están acusados relevantemente de falsos positivos por la organizaciones defensoras de derechos humanos, como el comandante del Ejército, sino por indelicadezas en el manejo administrativo a su cargo, es decir por estar contagiados de esa enfermedad que carcome a Colombia y que lleva a que la mayor tentación de quien gobierna o ejerce el poder sea robar alguna partecita del erario público.
En otras épocas podría haber ocurrido que el Ejército de Colombia se desprestigiara por la justificación de tales purgas. Con estas simplemente hemos terminado por admitir que el nivel de corrupción ha llegado a todas las esferas. Pero que al mismo tiempo, por falta de acción, y sobre todo de mando, sigan dejando crecer organizaciones criminales que pretenden reemplazar en el negocio de la droga y en el dominio sobre territorios a quienes no hicieron parte del pacto de La Habana, complica la situación llámense elenos, disidentes, caparrapos o del Golfo.
No se sabe que es peor , si un ejército desmotivado o una tropa sin mando. Y como para enturbiar más han empezado a salir a flote las actuaciones de generales y oficiales de la Policía responsables por lo menos de tolerar el régimen de cobros por cualquier ascenso.Y como además el Director Nacional de Escuelas de Policía ( cuyo nombre no podemos pronunciar ni Peláez ni yo) acaba de ordenar que todos los cursos de ascenso de los policías se hagan de manera virtual, y reine el copy page y se pierda el mando institucional, el panorama en vez de mejorar, empeora.
Director: Habib Merheg Marún