Para ponerlo en palabras simples: en el mundo existen personas que creen que cuando las preferencias sexuales de alguien son hacia su mismo sexo, eso es “tratable”. Y para ello existen las llamadas “terapias de conversión” que ofrecen llevar a hombres y mujeres descarriados por la correcta senda de la sexualidad. Ofrecen “curarlos”.
Un proyecto presentado por el representante a la cámara Mauricio Toro y que se hundió por diferentes motivos pretendía convertir a Colombia en el noveno país en prohibir los “esfuerzos de cambio de orientación sexual, identidad de género o cambio de expresión de género” (ecosieg).
Lo que buscaba el proyecto era conseguir sanciones penales y administrativas a quienes efectúen esas prácticas o remitan a otros a hacerlas. La “terapia” según varios testigos de las mismas son lo más parecido a la tortura y se hacen casi siempre de manera clandestina. Dentro de las prácticas mencionadas se encuentran exorcismos, tratamientos con hormonas, choques eléctricos y hasta violaciones.
Para la Asociación Internacional de Gais, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por su sigla en inglés), las terapias son tratamientos para enfermedades, algo que la homosexualidad no es según La Organización Mundial de la Salud (OMS) que retiró la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades desde 1990.