Alejandro Peláez recuerda con detalle su quinto cumpleaños. La familia, toda reunida, le dio grandes regalos, abrazos y bendiciones.
Pero, a pesar de que era una fiesta, los asistentes lloraban, desconsolados. Pensó, en ese momento, que las lágrimas derramadas por sus familiares eran producto de sus chistes pueriles. Inocente, ajeno a lo que pasaba, desconocía que los médicos, una vez más, le habían puesto plazo a su vida: ese sería su último cumpleaños.
No era la primera vez que le proferían sentencia de muerte. Desde el embarazo, su madre fue advertida de que el parto sería de alto riesgo. “O se puede morir usted o el niño”, le habían dicho los médicos.
Tenaz, sin amedrentarse, decidió seguir adelante. Una vez en vida, el niño fue bautizado rápidamente. El temor, ahora, era que muriera sin conocer la gracia de Dios.
Alejandro, conocido como ‘Alejo Little’, tiene 26 años y dice que no teme más a los vaticinios fatalistas de los médicos. Está vivo contra todos los pronósticos. Mide 90 centímetros, producto de la displasia ósea que padece. Una condición de origen genético que produce alteraciones en el tamaño, la resistencia y la forma de los huesos.
En total 26 operaciones, entre ellas una corrección de columna y un injerto óseo de costilla, son las que ha tenido que padecer en su vida. En promedio, una por cada año.
Esas dificultades no han amedrentado a Alejo. Hoy es un youtuber reconocido, con más de 288.000 seguidores en Instagram. Pero, además, da charlas en colegios y empresas en contra del bullying, un flagelo que sufrió durante su infancia y adolescencia y que, según dice, fue lo que le dio el carácter para seguir adelante.
Y, por si fuera poco, hoy es candidato al concejo de Medellín. “No soy político, nunca lo he sido. Es más, es muy poca la campaña que he hecho. Lo único que quiero es cambiar la vida de los jóvenes por medio del arte”, relata.
El momento más difícil de su vida, recuerda Alejo, fue en sus primeros años de bachiller. Los compañeros de uno de los colegios en donde estudió se mofaban de su físico, lo llamaban monstruo o deforme.
“Me metían en canecas y me ponían a rodar dentro de ellas. Como soy tan pequeño, me agarraban muy fácil y me lanzaban. Una vez, incluso, entre cuatro compañeros se me orinaron encima”, cuenta el joven youtuber.
Contrario a lo que se pensaría, fue ese matoneo lo que le ayudó a aceptarse en su diferencia y salir adelante. Alejo dice que tiene cualidades artísticas, por eso desarrolló coreografías y obras de teatro. Además, escribía las cartas de amor de sus compañeros y les cobraba por ello. “El arte me salvó. Por otro lado, puedo decir que amo el bullyng, lo acepté como un arma que me ayudó a hacerme más fuerte”, comenta.
Hoy recorre los colegios de la ciudad con la charla ‘bullyng sin medida es amarse sin medida’. En las conferencias, Alejo les explica que el matoneo no va a acabarse nunca. Por eso, la mejor arma frente a este es el amor y la aceptación.
Director: Habib Merheg Marún