Opinión: Kico Becerra
Llamar las cosas por su nombre siempre genera polémica y los prevenidos siempre descalifican esas opiniones.
Que de Maduro para abajo, la Venezuela de hoy es la guarida preferida de los bandidos, es una verdad de a puño.
Que Guaidó es un remedo de presidente, es innegable. Tiene más poder un bombero en la Gorgona.
Que el gobierno colombiano hace una ridiculez pidiendo a Guaidó la extradición de la dentista Medrano, es verdad palmaria, por más de que se desgañiten los áulicos de Duque.
Que Maduro utilizará a la Merlano contra el gobierno Colombiano, no hay duda. Ya no será » la dentista», ahora será la «cantante». Dirá verdades y mentiras a cambio de quedarse en Venezuela y, al final, dentro de unos años, la mandarán a pagar su condena en una cárcel colombiana.
Que no es afortunada declaración que el ministro de defensa esté anunciando que está amenazado y que él y su familia están «bajo la protección de Dios». Si a ellos solo Dios los protege, que dirán los ciudadanos del común. El ministro de la defensa no puede decir eso. Ese un riesgo que se corre, al asumir el honor. ¿Qué tal un general diciendo que él y su familia están amenazados por el ELN?
Que la Corte Suprema pierde su poco de prestigio cada día que se demore en elegir los magistrados faltantes, de eso no hay duda.
Que somos un país al que no le gusta llamar las cosas por su nombre y le encanta el eufemismo, es un axioma.
Ñapita: Que el campeonato profesional de fútbol lo patrocine una casa de apuestas futboleras, es como si una celebración eclesiástica la patrocinara la revista Playboy.
En Europa sancionan a los futbolistas que hacen publicidad a casas de apuestas. Aquí son los patrocinadores del fútbol.
Somos unos zoquetes desvergonzados.
Director: Habib Merheg Marún