Opinión: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Por estos días, cuando los Estados Unidos han reconocido que Israel tiene derecho a quedarse con los altos del Golán, he recordado a los drusos que habitan esas tierras siriolibanesas y que alguna vez llegaron a establecerse en Tuluá, donde dejaron una huella que más de 85 años no han podido borrar.
Primero llegó don Manuel Guezlan,dos años después su hermano Farez y alrededor de su núcleo un poco después don Marcos Tawil. Traían pasaporte turco pero exigían que les reconocieran que eran drusos y como en mi pueblo nadie quería distinguirlos ni siquiera de los judíos que huyendo del progrom hitleriano llegaron de Alemania encabezados por don Salvador Rozenthal,ellos se inventaron la forma de convivir recordando días comunes de sus antepasados en Aleppo y de competir vendiendo telas o cacharros de modistería.
Tuvieron que pasar muchos años para que viniéramos a entender porque se enorgullecían de ser drusos y por qué una de las hijas de don Farez Guezlan, que tenía los ojos azules, les decía a las niñas del colegio del Sagrado Corazón que ella era “ prima” de la virgen María.Pretenciosa o no,lo cierto es que la madre de Cristo si descendía de la casa de los drusos y ellos,que no eran católicos maronitas ni ortodoxos ni judíos ni mahometanos,pero han podido congeniar con el paso de los siglos una mezcla de todas esas religiones y culturas,siempre se sintieron espiritualmente diferentes así jamás hayan logrado tener un ejército ni siquiera en los años en que los Gemayel tenían mando en El Libano antes de la espantosa guerra civil.
Ahora,por mandato de la derecha internacional que simbolizan Trump y Netanyahu los drusos serán oficialmente israelíes y si viviera don Manuel Guezlan nos diría, sentado en la mecedora del Hotel Tuluá, donde habitó casi toda su vida, aquella frase inolvidable que entonces no entendíamos: “ los drusos fuimos primero que los judíos ”