Por @EscribidorMao
Las dictaduras tienen una característica muy particular: Mantener a la prensa distante de informar los hechos tal cual ocurren en un país. En Colombia, tanto el partido de gobierno, el Centro Democrático, como los partidos tradicionales, que indirectamente han apoyado al gobierno Duque, aseguran que existe libertad de prensa en Colombia, pero la realidad es otra muy distinta, pero lo peor del asunto es que esas amenazas tengan su origen en el mismo departamento de policía y en particular del ESMAD.
El Paro Nacional fue el detonante
Producto de ese intento fallido del exministro Carrasquilla por aprobar una reforma económica que, a juicio de todos era un atentado contra la ciudadanía, surgieron las protestas nacionales que llevaron al Paro Nacional más grande de la historia en Colombia.
Ante las protestas de la ciudadanía, el gobierno ordenó al ESMAD y a la policía arremeter contra todos los elementos que hicieran parte de este paro. Eso provocó el abuso de autoridad por parte del ESMAD que asesinó a varios manifestantes en todo el país, bajo el apoyo incondicional del ministro de defensa Diego Molano.
los periodistas independientes
A diferencia de los periodistas de Semana, Blue Radio y otros medios que no representan al periodismo independiente, la policía perfiló a todo aquel que tuviera intenciones de revelar la crisis actual que vivía el país el año pasado durante el Paro Nacional.
Surgieron entonces cientos de activistas y periodistas emergentes que, en su afán de mostrar la realidad del país, publicaban en sus páginas y medios alternativos los abusos de la policía y los horrendos procedimientos del ESMAD, que provocaron incluso, la visita de miembros de HRW y comisionados de la ONU.
Las bodegas de la Derecha y los Uribistas, comenzaron a señalar de comunistas y guerrilleros a todo aquel que denunciaba las irregularidades del gobierno Duque en materia de abuso de autoridad.
fui señalado y amenazado
Producto de mi página de Mamertolandia, en donde hago la labor de generar consciencia ciudadana para entender cómo funciona la corrupción en este país, comencé a recibir mensajes en mi teléfono móvil, en donde me aseguraban que iban a matarme, a descuartizarme, al igual que a mis hijos sino paraba de transmitir mis vídeos que llegaban incluso a más de un millón de visitas.
Las amenazas pasaron a otro nivel, uno más fuerte, en donde empezaron a llegar llamadas telefónicas a mi celular, en donde me insultaban y aseguraban que ya estaba en la lista de los que debían desaparecer por comunista. Luego las amenazas se extendieron a mi hija mayor, a la que le tomaron fotos durante las marchas y la señalaron de objetivo militar.
la denuncia no sirvió de nada
Por supuesto que hice lo correcto, hablar con el Gaula que desde Bogotá dieron directrices al comandante del Gaula en Cali que, a su vez me dijo que una funcionaria de la fiscalía me visitaría para tomar mi testimonio y pruebas del caso. Nunca me llamó dicha funcionaria y me recomendaron no insistir, pero si fue curioso haber recibido una llamada en donde me aseguran que si insisto en hablar con la fiscalía las cosas se pondrían peor y la voz amenazante dijo en la llamada: «Calvo Hijueputa, salga del país y no se meta más en problemas o le vamos a dar, porque ya sabemos donde vive, no se haga levantar a plomo malparido, porque plomo es lo que hay».
La realidad supera la fantasía
No tocó de otra que buscar la manera de salir del país que, gracias al apoyo de mis jefes en CNC PLUS permitieron que siga haciendo mi labor de periodismo desde la ciudad de Miami, ciudad que ahora aloja a varios activistas perseguidos por una dictadura disfrazada de democracia.
Lo chistoso del asunto es que son precisamente los partidos de gobierno, el Centro Democrático en particular, quienes aseguran que de ganar Gustavo Petro, Colombia se convertirá en una dictadura, mientras que nuestra realidad deja ver con lujo de detalles como el gobierno, las autoridades y las bodegas se encargan de amenazar a todo aquel que piense distinto, a todo aquel que exija la verdad e investigue sobre los procesos corruptos de las altas élites de la política colombiana.
no me callarán
Es complejo vivir bajo las amenazas de un sistema que ignora las masacres de líderes sociales, que esconde los procesos de Álvaro Uribe Vélez, que no hace absolutamente nada para castigar a quienes se roban el erario y que tampoco ofrecen garantías a los periodistas y activistas que denuncian e incomodan a los partidos políticos.
No es fácil vivir en Colombia cuando amigos y familiares me piden constantemente que abandone el país, que deje de denunciar, que no me meta con esas magias organizadas de la política colombiana y yo me pregunto: ¿Debemos entonces aceptar que estamos sumidos en la corrupción y dejarlos seguir gobernando porque el temor debe mantenernos distantes de las denuncias y la posibilidad de un cambio en el país?
No es mi caso y seguiré mi camino para promulgar una democracia real y demostrarle a las élites políticas de este país, que su cuarto de hora ha terminado y que es hora de permitir la llegada del progresismo, que en nada está relacionado con el comunismo del que tanto hablan los uribistas y que sí aplican en su modalidad de gobierno.
Ni un paso atrás.