La IV Brigada en Antioquia fue el semillero de generales que después de pasar por ahí terminaron en la comandancia del Ejército y de las Fuerzas Militares, durante el gobierno de Álvaro Uribe y cuando la guerra arreciaba con su política de Seguridad Democrática, con la que se proponía doblegar la guerrilla de las Farc, esta brigada adquirió una especial relevancia.
El 7 de Agosto del 2002, el entonces presidente Álvaro Uribe, nombra a Martha Lucía Ramírez ministra de Defensa, el general Mario Montoya era ya el comandante de la IV Brigada, quien había llegado al cargo en el 2001, en el gobierno de Andrés Pastrana. Uribe no solo lo sostuvo, sino que lo empoderó como un bastión de la guerra contra las Farc. Montoya se convirtió en referencia a nivel nacional y un líder militar admirado por el sector empresarial antioqueño. El objetivo era golpear a la guerrilla a como diera lugar. En aquel entonces poco se conocía el lado oscuro de los militares que respaldaban la política de Uribe.
Mario Montoya, un oficial oriundo del Valle del Cauca tenía 53 años. Había llegado a la Cuarta Brigada luego de comandar el naciente Batallón antinarcóticos y de haber comandado importantes unidades como la Fuerza de Tarea Conjunta del Sur, el Comando Conjunto Caribe, la Brigada 18 en Arauca y otras brigadas.
Entendió la orden presidencial: ganarle la guerra a las Farc y tenía bajo su jurisdicción a Urabá, centro del conflicto guerrilla-paramilitar, región que Álvaro Uribe conocía como a la palma de sus manos y que como gobernador de Antioquia había montado un laboratorio de combate a la guerrilla. Montoya se propuso utilizar todas las herramientas que tuvo en sus manos.
El general Montoya, quien ha sido nombrado en las versiones de ‘Don Mario’ y ‘Don Berna’ de haber sido aliado suyo para operar en departamentos que comandó, entregó la cuarta brigada en diciembre de 2003. Salió con el reconocimiento de haber retomado el control y de haber derrotado a las Farc en el departamento con dos operaciones de alto valor: Operación Mariscal y Operación Marcial, con las que limpió la comuna 13 de Medellín.
Tres años después, en 2006, el presidente Uribe lo puso de comandante del Ejército Nacional. Lo experimentado en Antioquia lo convirtió en un libreto de horror dentro de la tropa que comandó hasta noviembre de 2008: el rasero eran las bajas guerrilleras, vinieran de donde vinieran. Debió renunciar por el escándalo de los falsos positivos. Decenas de madres de jóvenes de Soacha denunciaron que sus hijos, habían aparecido asesinados en Ocaña y Cimitarra, presentándolos como guerrilleros. Veintisiete militares fueron llamados a responder y Montoya, como líder del Ejército, pidió la baja. Para completar el reconocimiento por sus resultados como militar, Uribe lo nombró embajador en República Dominicana, cargo del que renunció en 2009, cuando por primera vez la Fiscalía lo cita por los falsos positivos.
Montoya dejó señalado su sucesor en la IV Brigada. El escogido fue el santandereano Óscar Enrique González Peña. Álvaro Uribe le dio luz verde a la recomendación. Organizaciones de derechos humanos entre ellas Human Rights Watch señalan a González Peña de tener a sus espaldas un poco más de cien casos de falsos positivos, que se abrían cometido mientras comandó la unidad antioqueña.
González Peña, hoy de 67 años, dejó la Cuarta Brigada el 16 de Julio de 2005 para dirigir la séptima división, también en Antioquia, donde permaneció hasta finales de 2006, cuando fue trasladado a Santa Marta como responsable del orden público del conflictivo departamento del Magdalena y la región Caribe.
El presidente Uribe le reconoció sus actuaciones de guerra y lo ascendió a finales de 2008 en la comandancia del Ejército en reemplazo del general Mario Montoya, quien se vio forzado a renunciar por la destitución de sus 27 subalternos. González Peña permaneció en el cargo hasta 2010, cuando se le dio la baja, con Juan Manuel Santos como Presiente de Colombia. Sobre González Peña hay indicios de que bajo su comandancia del Ejército, en la Cuarta Brigada –bajo el mando del general Juan Pablo Rodríguez— se cometieron 113 casos de falsos positivos.
El brigadier general Luis Roberto Pico Hernández reemplazó a González Peña en la Cuarta Brigada. Allí estuvo hasta el 16 de Octubre de 2006, cuando fue llamado a comandar la Séptima División de donde el mismo Uribe le exigió la baja el 3 de Noviembre de 2008 por supuestamente haber omitido investigaciones relacionadas con los falsos positivos.
El general Pico Hernández, investigado por 124 muertes extrajudiciales, se enteró de su salida por medio de la televisión, cuando en uno de los noticieros de la tarde escuchó su nombre en boca del entonces presidente Uribe mientras hablaba del escándalo de los jóvenes de Soacha que militares hicieron pasar por guerrilleros en el Norte de Santander. En octubre de 2018 Pico Hernández, muy cercano al general Mario Montoya, pidió pista ante la JEP para contar lo que sabe.
El general Jorge Rodríguez Clavijo llegó a la Cuarta Brigada hasta agosto de 2007 en reemplazo de Pico Hernández. Rodríguez ha sido uno de los altos militares que ha declarado ante la Fiscalía General de la Nación en contra del general Mario Montoya en medio del proceso de los falsos positivos.
Rodríguez Clavijo, quien luego comandó otras unidades, hasta que se retiró del ejército en 2013, dijo ante los fiscales que Mario Montoya, siendo comandante del Ejército presionaba a los altos mandos para que se reportaran bajas y combates, las cuales eran premiadas. Para el general Clavijo, quien llegó a ser parte del Estado Mayor Conjunto del Presidente Juan Manuel Santos, y quien hoy en su retiro dirige una empresa asesora en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, era claro que el general Montoya sabía que el cumplimiento de sus órdenes se hacía bajo la práctica los falsos positivos.
En 2007 el coronel Juan Carlos Piza Gaviria fue promovido del Batallón Juan del Corral, en Rionegro a la Cuarta Brigada. Permaneció solo cuatro meses en el cargo. En su reemplazo llegó el coronel Juan Pablo Rodríguez Barragán, quien comandó la Cuarta Brigada hasta finales de 2008 y terminó promovido por el Presidente Santos como Comandante del Ejército, pesa sobré él el señalamiento de 79 casos de falsos positivos.
Santos no solo sostuvo a Rodríguez en el cargo hasta 2014, sino que lo promovió a comandante de las Fuerzas Militares. Fue su militar de mayor rango durante toda la negociación de paz con la guerrilla de las Farc. Juan Pablo Rodríguez dejó el cargo en 2017 y meses después Santos lo nombró embajador en Corea del Sur.
Rodríguez Barragán es el último comandante de la época negra (2002-2008) de falsos positivos en Antioquia bajo la sombra de la Cuarta Brigada, una práctica sistemática del Ejército que empezó en 1984 con el asesinato del joven antioqueño Luis Fernando Lalinde y que 36 años después aún no termina. Hay un registro documentado de 6000 asesinatos de jóvenes inocentes, muertes por las que solo hay 49 militares en prisión. Los procesos en la JEP apenas comienzan.