Cuando en junio de 2021 la senadora del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, trinó que ella “…amaba a Bolsonaro” por la defensa que el expresidente brasileño hacía en su momento de los policías, seguro no imaginó que año y medio después su admirado perdería las elecciones, abandonaría su país sin siquiera entregarle el poder a su sucesor y sus seguidores furibundos hicieran una burda imitación de los trumpistas al tomarse las sedes de tres importantes instancias del poder en Brasilia. Y menos que Bolsonaro a las pocas horas de ese hecho, terminara internado en una clínica de Miami a donde se fue a vivir con tal de no compartir país con Lulla da Silva, su archienemigo y sucesor.
Pero la senadora Cabal, apoya a los manifestantes que el 8 de enero pidieron la salida de Lulla alegando que lo ocurrido fue “una manifestación del pueblo”. Extraña posición de quien ha condenado brutalmente las manifestaciones en Colombia. La asonada bolsonarista ha sido rechazada por un inmenso grupo de países desde Estados Unidos hasta Colombia quienes no dudaron un instante en apoyar la democracia y rechazar cualquier intento de golpe. Porque eso fue lo que pasó en Brasil, un intento de golpe de estado al que las fuerzas militares respondieron como debían: arrestando a sus participantes.
La admiración de la senadora de la derecha por Trump y Bolsonaro no tiene duda. Cabal se mantiene en que para ella las elecciones en Brasil se las robaron y que invadir el congreso y destruir sus instalaciones al tiempo que se imploraba un golpe para tumbar al presidente recién posesionado, no es nada más que “una manifestación del pueblo”. Ni el propio Bolsonaro llegó tan lejos.