OPINIÓN: JAIME OREJARENA GARCÍA

Conozco un tipo común y corriente que se tragó 16 años de cana por falsificar algunas facturas. 16 años. Un tal Melo, expresidente de una compañía financiera que ayudó a que se tumbaran cientos de miles de millones de pesos, se va fresco para la casa luego de pagar tres quintas partes de la condena en una celda que, con seguridad, no era de aquellas en que la ropa de los internos cuelga de las rejas.

Al primero, lo procesaron en menos de una semana. Se declaró culpable para que la condena no fuera el doble de lo que le aplicaron. Prefirió condena express que proceso tortuoso, entre otras cosas, por el uso que les dieron a las facturas quienes le contrataron el trabajo.

A Melo, la justicia de este platanal lo maltrató de forma insufrible porque a pesar de ser hallado culpable de mover la media pendejada de 20 mil millones de pesos en los negocios torcidos de Odebretch, ¡su condena no estaba en firme y su abogado alegó, y alega, que el pobre señor fue injustamente encarcelado!

No estaba en firme la condena porque en este país “garantista” que llaman, los que pueden pagar abogados son capaces de pasar por la primera instancia, por la segunda, por las apelaciones correspondientes, por el vencimiento de términos, por el habeas corpus, por la casación ante la Corte Suprema y hasta por la Corte Interamericana como escala previa a la Corte Penal Internacional y a cuanto vericueto jurídico exista o pueda inventarse. Entre tanto, a seguir con su vida muertos de la risa sin pisar una celda y terminar, de pronto, ante la corte celestial. Como a Rodolfo, el afamado constructor y casi presidente.

Hay un “apóstol” por ahí que lleva esperando pacientemente a que un juez dicte lo que tiene que dictar pues no le han bastado 3 años para poder hacerlo. Gente paciente. Jueces pacientes. Como “Job”.

El caso es que Melo, resultó pagando el pato del negocio de Odebretch que en otros países ha llevado hasta a expresidentes a la cárcel. O al cementerio como sucedió con Alán García en Perú, que prefirió volarse la cabeza de un tiro antes que ser detenido. El pobre Melo se dedicó a hacer dieta a la brava durante 7 años y ahora será un desempleado más. ¡Qué pesar! Si como informó la prensa, el tipo vendió propiedades a lo loco antes de ser detenido, ni dónde vivir tendrá. Le tocará recurrir a otros ilustres ex convictos por el mismo caso que, como él, ya salieron de la cárcel y hoy “sufren” su libertad. De paso, renovar su militancia en la derecha que es de donde provienen los buenos muchachos.

El tipo de las facturas falsas se ganó el carcelazo porque los documentos no eran para una inocente exportación de maquinaria sino para una muy elaborada exportación de cocaína la cual escondían en los equipos a exportar.

Lo de Melo y sus secuaces –hoy casi todos libres- permitió que miles de millones desaparecieran y que la vía que supuestamente se construiría, terminara siendo una trocha más.

Melo resultó ser muy “melo”. 7 años a la sombra (que a lo mejor no era tanta…), y sale fresco.