Opinión: Mario Fernando Prado
El plan era despedirse de esas bellísimas tierras a las que les había invertido en los últimos años buena parte de sus ahorros y mucho tiempo como corresponde a los verdaderos hombres del campo, al que le dedican todas sus energías.
Numita, bautizado así por sus compañeros del Colombo Británico en honor a su padre, el abogado, político y notario del centro del Valle Numa Pompilio González, y más recientemente llamado ‘Papo’ por sus nietos, fue sorprendido por un gallo que pasó volando frente al parabrisas.
La sorpresa de Numita no pudo ser mayor y a pesar de que iba a baja velocidad, se medio descontroló con semejante aparición y ‘timoneó’ para corregir el rumbo, pero el peso que llevaba y un severo foramen en la carretera, hicieron que el vehículo se volteara de lado y así avanzó unos metros raspando contra el pavimento sus puertas delanteras y traseras hasta que finalmente se detuvo.
Fue en ese instante cuando pudo percatarse de lo que había sucedido: su antebrazo izquierdo había sido prácticamente molido por la fricción sobre el pavimento. Manaba sangre a borbotones, la piel estaba destrozada y su mano prácticamente destruida.
Como pudo -y luego de recuperar su billetera y su celular- logró salir del vehículo por la puerta derecha delantera con el brinco respectivo y fue entonces cuando le ayudaron a colocarse un improvisado torniquete hasta que una ambulancia lo llevó a Darién y de allí a la Clínica Valle del Lili en tan solo dos horas.
Fue atendido de inmediato. Empero, el pedazo de mano que pudo recuperar y que llevaba en una neverita de icopor, de nada le sirvió: Debieron amputar a unos centímetros del codo. En ningún momento perdió el conocimiento y por el contrario, asumió con gran coraje el manejo de la situación, se comunicó con sus familiares desde su celular quienes alertaron a la clínica a donde llegó sin casi una gota de sangre y entró en el quirófano en donde milagrosamente lo salvaron.
Pero Numita o Papo o Jaime Arcesio, lejos de deprimirse y echarse a la pena, está optimista, alegre y agradecido con Dios por permitirle estar contando el cuento y con su carcajada característica nos está dando una lección de positivismo y ganas de vivir.
Increíble que haya en este mundo tanta gente que maldice de su suerte por cualquier pendejada y Papo por el contrario se ha sobrepuesto con valor y fortaleza frente a semejante adversidad y además está listo -como siempre lo ha estado- a darle con la generosidad y solidaridad que han caracterizado todos los actos de su vida, la mano que le quedó y la otra que pronto le llegará, a todo el que lo necesite. Su actitud ejemplar frente a la adversidad y la forma como luchó para no desfallecer en circunstancias tan dramáticas, son un ejemplo que merece nuestra admiración y respeto.
PD: Siguen los rompecalles haciendo de las suyas en varios puntos de la ciudad dejando abiertas verdaderas ‘chambas’ sin que haya nada ni nadie que controle semejantes depredadores que dejan además el material tirado encima de los andenes. Y vaya dígales algo: se ensoberbecen y contestan que hay que hablar con ‘el ingeniero’ el cual nunca aparece.