El médico Fabio Arévalo se despacha contra las medidas, las cuestiona y nos deja a todos sumamente preocupados. ¿Sirve de algo la toma de temperatura, en la prevención del contagio por C19 al ingreso a un lugar público? Lo más probable es que sean ineficaces como medida sanitaria preventiva.
Personalmente he preguntado en unos 20 sitios, si habían detectado a alguien con temperatura superior a 37,5 °C. Ninguno de los abordados ha dado una respuesta positiva. Es más, las tomas son poco ortodoxas, nada técnicas y casi inútiles. Además, estos artefactos realmente detectan temperatura ambiente y para un resultado correcto exigen un manejo de mucha precisión, que la gran mayoría no están en capacidad de hacer.
Hace unos días una máquina de esas infrarrojas, me llamó la atención porque marqué 33 °C, no me había percatado de mi ‘peligrosa hipotermia’. Esto es francamente ridículo, no pasa entonces de ser una pantomima para hacernos creer y tragarse las mentiras de las medidas biosanitarias, mientras colapsan las UCIs y en Colombia se cuentan por centenares los fallecidos diarios.
¿Realmente sirven de algo
estas medidas de seguridad
que prometen poco demostrables?
Pero eso sí, se dan gusto en los locales comerciales cómo a partir de la caricaturesca toma de temperatura, se otorgan una especie de licencia para avalar sus aglomeraciones. Más bien esa peligrosa operación se está convirtiendo en un distractor y “engañabobos”, ya que quienes lo hacen creen que a cada sujeto que entra le están aplicando la vacuna contra el coronavirus y queda inmunizado para moverse con menos riesgos y restricciones.
Un problema muy grave, ya que todos los lugares de acceso de público quieren aparentar ser “bioseguros” y el termómetro digital avala la entrada de todo el mundo. Una inversión injustificable si se valora la relación costo/beneficio. Y este sainete cotidiano lo completan otras medidas como el uso de tapetes hasta con ‘límpido’ y en tantos lugares casi que una peligrosa fumigación del cliente. Todo esto en últimas termina convirtiéndose en una costosa y muy seguramente inútil comedia, para justificar una apertura económica “libertina”.
¿Está por encima salvar la economía
antes que la salud de los ciudadanos?
Es urgente revisar desde el Ministerio de Salud estos protocolos sanitarios que se prestan para inversiones inoficiosas y para nutrir las apariencias. Obviamente que las tres medidas imperdonables son la base de ello: uso permanente y correcto de mascarilla (no tapabocas como equivocadamente hablan la mayoría, ya que hay que proteger nariz y boca), mantener la mínima distancia física y el estricto aseo de las manos.
Con la experiencia ya de un año es urgente actualizar todos los protocolos. Hoy que está totalmente documentada la expedita trasmisión aérea de este coronavirus, debe hacerse énfasis especialmente reforzando la aireación y ventilación de todos los lugares cerrados como transportes públicos. Autorizar por ejemplo restaurantes al aire libre o en el peor de los casos con gran ventilación que permita reciclaje permanente del aire, con un máximo de aforo del 30 por ciento, por el enorme riesgo ya que allí el efecto de la mascarilla desaparece.
Hace poco un folclórico presidente de una liga de fútbol envió una comunicación a una alcaldía en tono impositivo, exigiendo habilitación de escenarios deportivos para realizar durante todo el año sus campeonatos de un deporte colectivo de contacto de elevado riesgo. Es un tipo de prácticas populares desde lo sanitario por ahora prohibidas por el enorme riesgo que representan. Lamentablemente aquí nos falta autoridad y los gobernantes locales en actitud pusilánime permiten aperturas de lugares como canchas sintéticas y similares con enormes contacto personal y aglomeraciones. Se dejan presionar y dan autorizaciones para estos eventos, casi que por miedo.
Dado que la ciencia no ha podido tener una interpretación y conocimiento total del comportamiento de este germen, es indispensable actuar con lo aprendido. Debe hacerse un balance con toda la evidencia científica y el apoyo de las autoridades médicas para replantear los llamados protocolos biosanitarios y enriquecerlos con sentido común científico para no perder tantos esfuerzos, tiempo y recursos. Y sobre todo para cuidar a la gente, protegerla y facilitarle la vida en la “nueva realidad” que hoy debemos aceptar.
Director: Habib Merheg Marún