A los 100 años el ex secretario de estado de Estados Unidos, bajó a la tumba.
Fue un judío que huyó de la Alemania nazi hacia Estados Unidos y con el tiempo se convirtió en uno de los personajes más representativos del gobierno pues le tocó manejar las relaciones exteriores del imperio en plena guerra fría.
El gobierno de Biden lo tratará con honores y el de China ya envió sus condolencias por la muerte del dirigente. Pero en muchos otros lugares del mundo, las reacciones serán en otro sentido: lamentando que haya muerto sin ser juzgado por crímenes de guerra.
A Kissinger se le acusa, entre otras cosas, de ser el gestor de la ola de golpes militares en América Latina como una medida de protección de los intereses de Estados Unidos manteniendo “seguro” su “patio trasero” mientras dedicaban tiempo y recursos en otras áreas del mundo como Asia y Europa.
Habrá funeral de estado para él. Y al tiempo, muchas reacciones alertando que, quizá, no se lo merecía.