Hasta el 2017, muchos caleños habían visitado o habían escuchado de Villa Lorena, un refugio de animales fundado por Ana Julia Torres, una maestra que ha dedicado su vida y recursos a la protección de animales de fauna silvestre que eran decomisados por parte del DAGMA y llevados hasta este refugio en condiciones infrahumanas. Muchos de estos animales habían sido mutilados, abusados y maltratados por personas inescrupulosas, que dejaban huellas imborrables en sus cuerpos.
Así llegó a tener un poco más de 800 animales, entre ellos leones, tigres de bengala, jaguares, pumas, micos, venados y toda clase de fauna silvestre que, abandonados a su suerte, eran llevados por el DAGMA hasta el refugio de Villa Lorena.
Pero como muchas cosas que en este país no tienen explicación lógica, el mismo DAGMA, que NUNCA APORTÓ UN SÓLO PESO de sus recursos para ayudar a Ana Julia Torres en el proceso de recuperación de animales, decide un día, por razones más políticas que ambientales, ingresar al refugio y quitarle todos estos animales a su cuidadora.
Fue así como empezó la tragedia de cerca de 800 animales, muchos de ellos con limitaciones de movimiento, mutilados, que en poco o nada le podían interesar a los zoológicos de las ciudades. Así fue como desaparecieron a cientos de ellos, sin dar explicación alguna. No muy distinto a las desapariciones de personas inocentes en este país.
Hoy el DAGMA de Cali no quiere decir a dónde enviaron a todos estos animales, nadie sabe con certeza si fueron sacrificados, vendidos o llevados a otros refugios en territorio colombiano.
Júpiter, quien habría llegado a Ana Julia Torres, tras haber sido decomisado a un circo que visitaba la ciudad hace casi 20 años, quedó en manos del refugio animal, en donde fue criado por manos de veterinarios y amantes de la naturaleza. Creció dando abrazos calurosos a su Madre Adoptiva, fue el símbolo del refugio, El Rey de Villa Lorena.
Fui testigo de la labor de Ana Julia Torres, produje una temporada de 12 episodios de un programa para televisión local llamado «Refugio Animal, la historia de los animales en cautiverio, después del primer contacto humano«.
Estuve presente cuando llegó Quinny, una elefanta decomisada al circo Hermanos Gazca, con serias heridas en una de sus extremidades. Se acondicionó un habitad especial para ella y así fue como empezaron las tensiones políticas entre el zoológico de Cali y Villa Lorena. Todo porque el zoológico no tenía elefantes y veía la perfecta oportunidad de conseguir a una.
Como si fuera poco, el zoológico de Cali, se sintió amenazado ante el auge de miles de niños que visitaban Villa Lorena para conocer de manera cruda y educativa, la forma en que el ser humano adoptaba animales de la fauna silvestre y luego los desechaba, mutilaba y maltrataba al no entender la naturaleza de los mismos. Así como empezó la trama política para atacar a Ana Julia Torres y buscar la manera que el DAGMA incidiera para quitarle los animales que estaban bajo su protección.
De esta manera, los eficientes directivos del DAGMA le declararon la guerra a Villa Lorena y decomisaron a todos los animales de fauna silvestre, sin un plan previo, sin importarles qué pasaría con estos animales, ¿Acaso la intención era sacar de la competencia a Villa Lorena para que no afectara las visitas del zoológico de Cali? Que absurdo creer algo así, pero ¿Qué tan cierto fue?
Hoy, los animales incautados por el DAGMA están condenados a morir tras la ausencia de este refugio, no crean que el zoológico de Cali o cualquier otro, estaría interesado en tener tigres mutilados, pumas ciegos o micos a los que le falta la cola o una pata. No, a ellos sólo les interesa animales bonitos y enteros, no desean lidiar con animales a los que haya que invertir recursos en recuperación o que no sean estéticamente productivos.
Para los que conocimos en vida al Rey Júpiter, recordamos a un león corpulento, de melena grande, colmillos enormes y una personalidad amable. Un león bonachón que abrazaba a su madre, que rugía como el Rey de Cali.
Me embarga la tristeza, la desolación de ver que aquellos que como Ana Julia Torres, consagran su vida a cuidar de su propia cuenta y bolsillo, a los animales de fauna silvestre desamparados, se les ataque de manera brutal, se les señale ante la sociedad y olviden que son esas personas las que hacen enormes esfuerzos por mantener el equilibrio desde la parte ambiental.
Qué triste ser tan ignorantes, tan ajenos a las convicciones de la protección animal. El DAGMA tiene que cambiar su manera de operar, debe aprender mucho antes de fijar sus prioridades y dejar a un lado su tinte político para actuar en beneficio de los animales y no a las necesidades o directrices de una política corrupta en manos de quienes se ocultan en liderazgos sociales.
Murió Júpiter, murió Villa Lorena y la memoria de 800 animales de fauna silvestre que desaparecieron misteriosamente del panorama local. Las investigaciones de la fiscalía (como es costumbre) no arrojarán resultados, no habrá culpables, no habrá sanciones, sólo nos quedará claro que todo aquel que intenta ayudar a los animales silvestres deberá enfrentarse a un grupo de personajes del DAGMA que obran de manera independiente para un beneficio, que dista mucho de las necesidades de estos pobres animales que llegan escarpados y jodidos, producto de la insensatez de la especie humana. Así de simple son las cosas.
Tal vez en otra época, en otro gobierno más decente y educado, volverá a surgir otra Ana Julia Torres que se ponga las botas y el traje de pelea para proteger animales y reciba el apoyo del económico del gobierno para ayudar a los más necesitados, a los que no tienen voz en este país.
Por ahora, nos despedimos de Júpiter, que debe estar en el Valhala de los leones, al lado de Zimba y algún día escribiré la historia que me unió a Villa Lorena, a través de Mister, un tigre de bengala que tuve en mi casa para curarle sus heridas y que gracias a Dios terminó viviendo en Villa Lorena hasta el final de sus días en paz, distante de las torturas de los circos .
Mauricio Marulanda
Director: Habib Merheg Marún