Ya se está volviendo costumbre que cada vez que el presidente Gustavo Petro da una declaración, debe ajustarla o precisarla a los pocos días bien porque en redes se amplifica, pero desfigurada, o bien porque las mismas palabras del mandatario no son del todo claras.
Pasó esta semana con el tema de la Bienestarina. Luego de que Petro llamara la atención respecto a que ese complemento de la alimentación infantil debía ser elaborado con materias primas locales y no con insumos importados, diversos personajes de la vida nacional pusieron el grito en el cielo pues interpretaron esa opinión como que el presidente quería acabar con el producto. Lo que dijo Petro fue:
“La alimentación de una región no puede depender de las importaciones. Cuando el ICBF entrega Bienestarina, está cometiendo un grave error porque la Bienestarina es productos importados al por mayor. Ellos lo hacen, lo combinan en fábricas, hay un contratista para eso y reparten a los niños donde no se la roban. Pues no, porque, para lograr que los niños estén nutridos, lo que tenemos que lograr es que el territorio produzca la comida suficiente, el mismo territorio donde viven los niños, con la comida que se puede producir en ese territorio, y no importarla”.
Ante las críticas sobre ese pronunciamiento, el presidente Petro aclaró que “nadie va a prohibir la Bienestarina, solo se debe producir con alimentos colombianos”.
Al respecto es importante considerar que, para cumplir el deseo del presidente, de los 19 componentes que tiene la Bienestarina, muchos son importados y el agro colombiano no los produce en cantidad suficiente por diferentes razones, entre ellos el trigo y la soya.
Tendría que darse un tiempo amplio para que la agricultura colombiana aportara lo que hoy se importa o cambiar la fórmula de la Bienestarina para cumplir así el deseo presidencial.