Opinión: Mauricio Guzmán Cuevas
En medio del incendio de violencia y destrucción que sigue azotando a nuestro país, uno se pregunta cuándo es que vamos a despertar y movilizarnos para que esta conducta se transforme en un aprovechamiento de la vida y todas sus oportunidades, porque no podemos como sociedad, seguir desperdiciando tantos recursos humanos, físicos y espirituales que tenemos.
Recorriendo el país, es fácil comprobar que en cada sitio se cuenta con una población cada vez más preparada, unos municipios con sus necesidades básicas satisfechas que permiten a su ciudadanía vivir con dignidad.
Lo que no está bien encontrar, es una presencia sobresaliente de los actores violentos y al margen de la ley apropiándose del destino de esas poblaciones, otra vez, como si no hubiéramos aprendido la lección del pasado.
Lo que nos diferencia como sociedad con otras donde el progreso humano es constante, es esa actitud propia del subdesarrollo, de estar abandonando lo que un día emprendemos. Y vuelve y juega, para empezar de cero pues no somos capaces de reconocer el aporte de los que nuestros antecesores hicieron.
Basta de inmediatismos e improvisaciones. Es cuestión de entender que, si una sociedad es como un equipo donde cada uno juega un papel que contribuye a su buen desempeño, todos ganamos. Al revés, si siempre creemos como en la antigüedad que solo la eliminación del otro garantiza mi supervivencia.
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