El presidente de Colombia Gustavo Petro asistió a la asamblea general de la ONU y allí aprovechó para decirle al mundo cuál es su visión del presente y del futuro que nos espera y renovó sus críticas a los países llamados desarrollados en un discurso que se centró en la protección del medio ambiente y la lucha contra las drogas.
De inmediato las opiniones serias y las no tanto, se hicieron sentir. De las segundas, muchas y carentes de reflexión, llenas de un rencor mal disimulado -a veces-, y repletas de pasión irracional, como las de varios denominados líderes políticos que se empeñan en ver al otro como un enemigo eterno, sin ninguna virtud, que si llegara a hacer milagros se inventarían la forma para desacreditarlo a como diera lugar. Eso de graduar de mafioso narcotraficante a todo el que se oponga al glifosato y pida reflexiones y cambios sobre la llamada “guerra contra las drogas” no le queda bien a nadie y menos si se trata de líderes políticos. Sobre las opiniones serias, se pueden conocer algunas hoy y seguro se conocerán otras más adelante. Por el momento vale la pena comentar el bosque en lugar de detenerse a hablar de los árboles.
Que la “guerra contra las drogas” tiene un enfoque errado, está más que comprobado. Que la mafia del narcotráfico se fortalece cada día, también. Que el inmenso caudal de dinero que la ilegalidad maneja ha sido capaz de corromper hasta las más altas esferas, es apenas otra obviedad. Que, si se insiste en hacer algo que no funciona, no se pueden esperar resultados diferentes al fracaso, lo entiende cualquiera.
A quien piense que los recursos del planeta son infinitos y que el agua simplemente sale porque se mueve el grifo, seguramente le cueste entender el discurso del presidente más allá de las palabras que, por demás, fueron claras y concisas.
Si seguimos al ritmo que vamos, no alcanzarán 6 o 7 planetas para mantener la vida que hoy llevamos. A quienes les parece muy “mamerto” el discurso, hay que recordarles que el estilo de vida que ha producido la sociedad capitalista en que vivimos y que tantas cosas buenas nos brinda, puede desaparecer. De a pocos, pero irremediablemente. El planeta viene dando signos de que no anda muy bien que digamos.
Los que se rasgan las vestiduras cuando oyen propuestas respecto a la regulación de las drogas como estrategia global que permita enfrentar la situación actual, ignoran que, por ejemplo, la mayoría de los estados de Estados Unidos decidieron legalizar la producción, la venta y el uso recreativo de la marihuana y hoy se benefician con millones de dólares en impuestos por la actividad, recursos que antes se quedaban en la cadena mafiosa y que hoy van a dar a las arcas públicas para ser destinados, entre otras cosas, a la prevención a través de la educación. ¿Que puede aumentar el consumo? Tal vez. Pero es que no ha dejado de crecer desde que se llevan registros. Con agravantes como que al drogadicto se le trata como delincuente, como ciudadano de segunda y no como un enfermo que necesita tratamiento.
Más allá de si está de acuerdo o no con lo planteado por el presidente ante la ONU, reconforta saber que hay un señor representando al país que se atreve a hablar de soluciones diferentes y no duda en buscar apoyos por las vías civilizadas.
Que lo consiga o no, lo dirá el tiempo. Mientras, el presidente se prepara para reunirse con Joe Biden, presidente de Estados Unidos. Una reunión formal que nunca tuvo con el antecesor colombiano. Algo estará haciendo bien Petro que no hizo Duque…