Los gritos de júbilo de los partidarios de la prohibición de las corridas de toros aprobada ayer en la Cámara de Representantes podrían convertirse en nuevos lamentos: para que la prohibición sea un hecho, falta la aprobación por las plenarias de Cámara y Senado y ese es un obstáculo fuerte.
Lo conseguido hasta hoy por los defensores del proyecto es un paso importante pero no definitivo. Porque el “lobby” y los intereses que mueven el negocio de la tauromaquia pueden atravesarse en las plenarias y hacer que ocurra lo que ha pasado antes: lo aprobado en una comisión es negado en la plenaria.
Además, los intereses políticos juegan su papel. La idea de prohibición de las corridas es una iniciativa del Pacto Histórico y con esa procedencia es probable que las mayorías opositoras lo rechacen simplemente por venir de donde viene.
El Congreso de Colombia no ha asumido su responsabilidad en temas como el aborto, el matrimonio igualitario y el cannabis recreativo, asuntos que intervienen en la vida de muchos más colombianos que las corridas de toros.
De todos modos, si se aprueba el proyecto y logra la firma presidencial, habrá que esperar las infaltables demandas en cuanto tribunal existe argumentando todo tipo de derechos… menos el de los animales.