A un mes de haberse posesionado como presidente de la república, Gustavo Petro no ha parado en Bogotá y ha ido de un lado a otro recorriendo el país bien para participar en congresos empresariales en Cartagena, bien para asistir al sepelio de los policías masacrados en Huila o bien para insistirle a las pandillas de Buenaventura que se dejen de matar entre ellos.
“A los Shotas y los Espartanos les digo que no se maten, qué pendejada un negro matando a otro negro. Un joven negro matando a otro joven negro, extorsionando a personas negras en medio todos de la pobreza. Ese no es el camino. Si han planteado una política de acogimiento, lo desarrollamos”, dijo el presidente al instalar un puesto de mando unificado en el puerto que desde hace años padece niveles de violencia no vistos en otras ciudades.
Los “Shotas” y los “Espartanos” son dos de las dos bandas que se disputan a fuego vivo en calles y barrios el control territorial. Buenaventura fue noticia cuando se descubrieron las llamadas “casas de pique” en las cuales, supuestamente, se torturaban personas con el uso de motosierras.
Si bien los lugares identificados como escenarios de tan macabro proceder hoy no existen, el obispo de la ciudad Rubén Darío Jaramillo, afirma que hechos tan brutales se siguen presentando con la diferencia que los asesinos proceden cerca de la zona del estero y arrojan los cadáveres para que el mar los desaparezca.
La trágica situación de Buenaventura no cambiará con la sola visita del presidente, pero es un principio de una era nueva y habrá que esperar si los sanguinarios líderes del terror aceptan la propuesta del presidente.