La moción de censura sigue viva y la salida de Botero es sólo el principio de una limpieza en la Casa de Nariño ¿Qué otros deben unirse a la renuncia de Botero? ¿Habrá proceso penal para ellos o quedará en el olvido?
Contra la pared, aburrido y notablemente abandonado por las bancadas aliadas, ayer Guillermo Botero precipitó una decisión que estaba cantada: su salida del Ministerio de Defensa. Durante 15 meses permaneció allí en medio de continuos errores, que cada vez se tornaban más delicados y que el martes alcanzaron su punto de ebullición cuando, desde el Senado, se reveló que supuestamente ocultó la muerte de ocho menores durante un bombardeo en Caquetá, presentándolos como “delincuentes muertos en operaciones militares”.
Si bien Botero ya había capoteado una moción de censura en la Cámara de Representantes y escándalos como la muerte del desmovilizado Dimar Torres presuntamente a manos del Ejército, acusaciones sobre presiones en las Fuerzas Militares que fueron interpretadas como el regreso de los denominados falsos positivos y, más recientemente, el escalamiento de la violencia en el Cauca, la situación con los menores fue la estocada final a una gestión que no estuvo exenta de controversias y que ahora escala hasta dejar en entredicho la gobernabilidad del propio presidente Iván Duque. No olvidemos que Duque salió ante el país entero a declarar que había sido una operación exitosa y nunca habló de las bajas de niños inocentes, lo cual nos lleva a pensar si fue parte del engaño o si realmente el engañado fue él.
El ahora exministro optó por dar un paso al costado y, en lugar de someterse a la mordaz votación de una moción de censura con mayorías en contra, presentó la carta de renuncia que terminó por aceptar Duque, quien designó en provisionalidad en ese cargo al general Luis Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Militares. “Es lo más conveniente”, admitió Botero que, no obstante, defendió su política de lucha frontal contra los cultivos ilícitos y destacó bajo su batuta “una reducción significativa de los delitos que afectan tanto la vida e integridad como el patrimonio”.
A su turno, el jefe de Estado agradeció al saliente ministro “por su compromiso, sacrificio y liderazgo”. Gracias a su gestión logramos excelentes resultados”, dijo Duque, que ahora –coinciden analistas y congresistas– tiene el desafío de recobrar legitimidad, generar mayor credibilidad y mejorar sus relaciones con un Legislativo que no deja de ser esquivo.
La salida no parece ser otra que un gran acuerdo político que, por supuesto, incluya a la oposición. De acuerdo con el analista Héctor Riveros, más allá de un revolcón en el gabinete –que haría parecer aún más débil al Ejecutivo y agravaría la crisis–, un acuerdo minimizaría los efectos de la agitación social y política que vive el país, y que podría recrudecerse con el paro nacional del próximo 21 de noviembre.
“Es el golpe político más duro para este Gobierno, que ha perdido aliados en el Congreso y que llegó sin mayorías. El acuerdo político debe partir de un supuesto, que es el trasfondo de esta tensión permanente: reconocer el Acuerdo de Paz con las Farc y cumplirlo a cabalidad. Debería ser un acuerdo generoso, que reconozca que hay que incluir temas que son banderas de la oposición y que no solo son parte de la agenda del Gobierno”, comentó Riveros.
Con todo, la moción de censura promovida por el senador Roy Barreras sigue viva y, en caso de que llegue a votarse el próximo miércoles –como está previsto y como lo consagra la Constitución–, marcaría un precedente nada favorable para un jefe de Estado: que por primera vez el Congreso tumbe a un ministro, pese a no estar en funciones. Lo anterior dejaría al descubierto la débil relación entre el Ejecutivo y el Legislativo.
El trasfondo del asunto, una vez más, es la gobernabilidad del presidente Iván Duque, quien desde el principio de su mandato se la jugó por Botero, un hombre que venía de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) y que, a diferencia de otros de sus nombramientos, fue visto como más político, e incluso burocrático, que técnico, pues para muchos no tenía la experiencia, los pergaminos ni el manejo de las cadenas de mando y control con las Fuerzas Militares.
Director: Habib Merheg Marún