Escribo esto hoy 5 de septiembre fecha en que se celebra el aniversario número 29 de la más grande gesta futbolística que Colombia haya conseguido: el 5 a 0 de Colombia a una Argentina necesitada de resultados y con su estadio repleto.
Impensable. La narración en tono luctuoso del locutor argentino cuando Colombia metió el primero, el segundo, el tercero… Quería llorar el señor. Solo atinaba él y sus compañeros a hablar del partido que en Lima jugaba Perú de cuyo resultado dependía que las ilusiones de Mundial no se desvanecieran. Mortal.
Y no solo era impensable para los gauchos. Nadie en el mundo calculaba un resultado así. Pero jugando como jugaban, dirigidos por quienes los dirigían y trabajando en grupo como solidariamente lo hicieron, el resultado podía esperarse.
Fue una lección de futbolistas para el país: se puede. “Intenten y verá que se puede, pero inténtelo” parecía ser la frase que desde Maturana como técnico hasta el “aguatero”- como se decía antes a los asistentes de campo-, transmitían en cada pase, en cada gambeta, en cada gol.
Revivir el partido es emocionante. Ver a un Pibe Valderrama lleno de esa clase irrepetible repartir juego por toda la cancha para que, como un rayo, aparecieran el Tino o el Tren Valencia a poner en ascuas a los desconcertados marcadores argentinos, mientras Córdoba en el arco le decía al goleador Batistuta que no podría anotar, reconforta.
¿Qué de extraordinario tenía esa Selección? Tenían un cuerpo técnico (como todas), 11 jugadores en la cancha (igual al rival), virtudes con el balón (como muchas) … Pero tenían algo que a veces se diluye entre tanto tecnicismo y tanta academia: tenían ganas. Y tenían valor.
Y con esas ganas y ese valor fueron a Buenos Aires a dejar la vida en la cancha decididos a dar lo mejor de cada uno para cumplir el objetivo: ganarle a uno de los mejores equipos del mundo en su estadio. Y sí que le ganaron.
Más allá de la nostalgia porque ese fútbol no lo volvimos a ver y menos a esos jugadores, recuerdo ese 5 – 0 como una experiencia repetible en los proyectos de vida de cada uno. Puede que a veces no ganemos. Quizás perdamos. Pero cuando le metemos ganas y valor, así no ganemos por goleada, triunfar estará más cerca. Por más que a la gente, a los amigos, a la vida, al destino, les parezca imposible nuestro triunfo. Como al locutor argentino…