Las producciones de cine porno que hasta finales del siglo pasado estaban restringidas a cines, canales para adultos o medios de uso personal, tuvieron en el ciberespacio la catapulta que las lanzó con tal potencia que la industria hoy mueve cientos de miles de millones de dólares cada año y sus videos están a un solo clic.
Pero al aumentar su poder de difusión y por tanto el volumen de sus producciones que le dieron espacio a la categoría amateur o aficionada, crecieron los escándalos y pusieron a muchos de sus protagonistas en la mira de las autoridades.
En París, tres actores porno fueron detenidos acusados de agresiones sexuales a algunas actrices del cine aficionado y se les acusa de los delitos de trata de seres humanos, proxenetismo agravado y violación en grupo.
¿Qué pasó? Cerca de 40 víctimas se constituyeron en parte civil para acusar a un grupo de productores y actores -algunos de los cuales están ya bajo custodia-, de obligarlas a hacer escenas a las que se oponían y a difundir el material en medios y lugares diferentes a los que se les había prometido en un inicio.
Los videos podrían verse en lugares donde a las actrices no les interesaba que se vieran y eran extorsionadas luego para retirarlos, una promesa de difícil cumplimiento dada la facilidad con que se graba y se reproduce todo en la web.
Un caso especial es de las llamadas modelos web cam que ejercen su labor con la promesa que sus videos no podrán verse en su país de origen para evitar problemas familiares pero que encuentran su imagen en otros sitios para los que no trabajan y de forma gratuita.
La muy cuestionada pero cada vez más consumida pornografía, al banquillo.