Así se sienten los trabajadores de la salud. Cuando están llegando a sus trabajos reciben aplausos por parte de los habitantes y residentes de los hospitales, pero al salir de sus turnos, por lo general a las 9 de la noche y cuando están cansados y con deseos de llegar a casa a descansar, sólo reciben miradas extrañas, discriminadoras por el sólo hecho de portar uniformes propios de su profesión.
«Es muy duro pasar doce horas luchando por brindarle a los pacientes el mejor servicio que podemos ofrecer, sacrificando horas con nuestras familias y al salir, los taxistas se hacen pendejos y siguen de largo y si tomamos el transmilenio, la gente nos mira como si estuviéramos infectados, nos miran como bichos raros». Dice Claudia M. Fernández, enfermera de uno de los centros hospitalarios de Bogotá.
Director: Habib Merheg Marún