Para el presidente Duque la situación del Paro Nacional es un dolor de cabeza que a corta distancia, no deja ver un panorama claro de la situación. Años atrás los paros nacionales se negociaban (bien o mal) con los líderes sindicalistas del país. Igual ocurría con las comunidades indígenas que tras una protesta la presidencia lograba negociar algunos puntos y se solucionaba el conflicto, pero el dolor de cabeza ahora para Duque es que los jóvenes, los que llevan la mayor fuerza en las protestas, no operan de igual manera que los sindicatos. Con ellos las condiciones son distintas.
El gobierno no encuentra el camino para restablecer la tranquilidad del país, las exigencias de los manifestantes, entre las que se encuentra el retiro del ESMAD de las marchas, es inaceptable para el presidente Duque y los jóvenes no dan brazo a torcer.
Ante esta situación y producto de la frustración, el presidente Duque, en su afán de recuperar las vías, la calma y el regreso a la normalidad, ordena que las fuerzas militares en conjunto, apliquen todo el rigor de la ley para imponer el orden en el territorio nacional. ¿Será ese el camino adecuado?
Los jóvenes no tienen intención alguna de abandonar sus protestas sin antes obtener resultados concretos. A pesar de las más de 50 víctimas que perdieron sus vidas en las manifestaciones, los miles de heridos que se presentan en sus filas y la desaparición de al menos 500 de sus miembros, ellos mantienen el escenario del Paro Nacional y no están dispuestos a abandonar sus intenciones a menos que el gobierno llegue a una conciliación.