Los espermatozoides son, según la creencia popular, una especie de competidores olímpicos en los 100 metros planos buscando cada uno ser el Usain Bolt que obtenga la medalla de oro representada en lograr la fecundación de un óvulo que permanece inmóvil esperándolo.
Parece que la historia no es tan así según lo revelado por el portal BBC Mundo citando a la bióloga Kristin Kook del equipo de ciencia del Government Accountability Office de Estados Unidos.
Según la experta, los espermatozoides no nadan ni tienen la fuerza suficiente para llegar por sí mismos hasta el final de la trompa de Falopio donde sucede en sí la fecundación. En realidad, son impulsados por las contracciones del útero que les permiten alcanzar el óvulo.
Así que la visión un poco machista que ubicaba al aporte masculino de la fecundación como el que buscaba alcanzar la meta sin ayuda, ha sido revaluada. Sin el aporte femenino representado por las contracciones uterinas, no alcanzarían.