Es bien conocida en las culturas populares de Colombia y Venezuela la leyenda del médico José Gregorio Hernández a quien muchas personas atribuyen la capacidad milagrosa de hacer cirugías a distancia mientras el paciente duerme plácidamente. Bastaba, según el mito, disponer de ciertos elementos en la mesa de noche como por ejemplo, una cuchilla de afeitar y un vaso de agua.
García Márquez incluyó en su obra “Cien años de soledad” algo similar: “Los médicos invisibles” a quien el personaje Fernanda del Carpio les escribía cartas consultando sobre su enfermedad que al final, terminó por matarla. Los médicos invisibles nunca hicieron su trabajo.
Hoy, bajo las condiciones de la pandemia que obliga a estar lo más alejado posible los unos de los otros, entró por la puerta de atrás algo parecido a lo que prometía (y promete aún), ser una herramienta adecuada para llevar los servicios médicos de consulta básica y especializada a los sectores más alejados: la telemedicina.
Las ventajas que la tecnología trajo en materia de telecomunicaciones produjo entre miles de cosas, la posibilidad de que los médicos pudieran llegar hasta los rincones más alejados de la geografía gracias a las telecomunicaciones y, sobre todo, a conexiones ágiles logradas a través de redes de fibra óptica.
Obviamente, la telemedicina exige ciertas condiciones técnicas y de logística para que pueda cumplir su verdadera función. Pero en Colombia gracias a la pandemia y a cierta comodidad inocultable por parte de las EPS, la telemedicina quedó reducida a una videollamada médico-paciente que no pasa de ser una imitación burda de atención médica.
Ojalá que en su afán por obtener la mayor utilidad posible, las EPS post pandemia no insistan en ese remedo de atención médica y se decidan de una vez por ofrecer servicios de telemedicina con todas las exigencias que la herramienta exige al tiempo que siguen atendiendo de manera personal.
Sería un retroceso muy grande que mientras el Vaticano decide subir a la categoría de beato (la antesala para nombrarlo santo), a José Gregorio Hernández, en Colombia sigamos pensando que una llamadita de 5 minutos sirva para mejorar la salud de la gente.
Director: Habib Merheg Marún