Por: Habib Merheg
Por estos días hace 36 años, un comando guerrillero del Movimiento M-19 se tomó el Palacio de Justicia. Mientras duró la llamada retoma por parte de las fuerzas militares, el poder civil prácticamente desapareció y la guerra – la eterna guerra que nos ha acompañado desde la independencia -, se concentró en ese edificio de la Plaza de Bolívar de Bogotá con toda su bajeza.
Nadie escuchó el llamado de los magistrados pidiendo cese al fuego y negociación. Nadie. El resultado fue un gran número de muertos, la destrucción total del edificio y sus importantes documentos que desaparecieron por el fuego y un número de desaparecidos por los cuales aún hoy, 36 años después, continúan abiertos varios procesos.
Un capítulo mas de la guerra absurda que ninguno de los bandos ganaría: ni las fuerzas militares ni la guerrilla. Tres años después, esa guerrilla firmaría el acuerdo de paz y desmovilización con el gobierno de Virgilio Barco, entregaría sus armas, pasaría a hacer política como la Alianza Democrática M-19 y sus miembros recibirían un indulto amplio.
Uno de esos guerrilleros indultados tenía el alias de “Aureliano”. Hoy es quien puntea en todas las encuestas para la presidencia: Gustavo Petro.
Mas allá de si se está de acuerdo o no con lo que dice y piensa el señor Petro, hay que rescatar que esa candidatura que en franca lid busca ganar con votos la presidencia, es producto de un proceso de paz, no de una guerra.
Rescatar también que el senador ponente de la ley de indulto fue el entonces senador Álvaro Uribe Vélez (Ley 7 de 1992), y que dentro de las filas del Centro Democrático de hoy, han estado figuras destacadas de esa guerrilla en su época como Everth Bustamante.
El repaso de la historia enseña que, si bien el estado debe actuar ante la sedición, ninguna opción ha dado mejores resultados que la conseguida en las mesas de negociación por mas que las voces pendencieras demuestren su torpeza cuando piden más bala.
Es muy difícil hallar alguna negociación que les guste a todos. Siempre habrá críticas. Eso forma parte de vivir en sociedad y en democracia. Lo que es muy difícil de entender es que todavía existan quienes defienden la teoría de la guerra como la única salida, una guerra eterna que nunca nadie gana pero que la perdemos todos.
Que el antiguo guerrillero Petro se convierta en presidente de la república, si ocurre, será por la voluntad de la ciudadanía quien libremente decidirá su voto. Sin amenazas, sin chantajes y sin Palacios ardiendo.