“Por favor, levántense si pueden y demuestren que sí, nosotros, Estados Unidos, estamos con el pueblo ucraniano”, empezó diciendo casi una semana después de que Rusia invadiera Ucrania y tras hablar con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, quien le suplicó ayuda para “frenar al agresor cuanto antes”.
“A lo largo de nuestra historia hemos aprendido esta lección: cuando los dictadores no pagan el precio de su agresión, provocan más caos”, soltó después, refiriéndose al mandatario ruso, por haber rechazado la mano tendida al diálogo y desoído las advertencias.
Tras esforzarse durante semanas por unificar a los aliados occidentales en torno a sanciones económicas sin precedentes contra Rusia y un flujo de ayuda militar a Ucrania, no miembro de la OTAN, Biden dibujó un escenario de lo que, dijo, era un liderazgo global de Estados Unidos revitalizado.
El presidente ruso “rechazó los esfuerzos diplomáticos. Pensó que Occidente y la OTAN no responderían. Y pensó que podía dividirnos internamente. Putin estaba equivocado” y “en la batalla entre la democracia y la autocracia, las democracias están a la altura de las circunstancias y el mundo claramente elige el lado de la paz y la seguridad”, aseguró.
“Putin ahora está más aislado del mundo que nunca” y “no tiene ni idea de lo que se avecina” en términos de castigos económicos, afirmó, mientras se suceden las sanciones a medida que los tanques rusos continúan con su avance hacia Kiev.
En la sala, se encontraba la embajadora ucraniana en Washington, Oksana Markarova, vestida de riguroso negro. La había invitado la primera dama, Jill Biden, y recibió aplausos de pie. No obstante, Biden dejó en claro que las fuerzas estadounidenses “no están involucradas y no participarán” en la guerra desatada el jueves en las puertas de Europa.
¿“Vamos por ellos” O «VAMOS POR ÉL»?
Tras el tradicional “que Dios proteja a nuestros militares”, Biden proclamó un “vamos por él” o “vamos por ellos” (depende del oyente, ya que pronunciado en inglés apenas hay diferencias entre “Go get him” o “Go get ‘em”) acompañado del contundente gesto del puño cerrado.
Los invitados al Congreso aplaudieron con formalidad, pero segundos después, el desconcierto se desbordó. ¿A quién se refería? ¿Al presidente ruso, Vladímir Putin, a quien criticó duramente durante el discurso? ¿Al virus de la COVID-19? ¿A los rusos, en general? ¿Fue uno de los habituales lapsus de Biden?
La Casa Blanca envía a los periodistas el texto íntegro y revisado del discurso que pronuncian los mandatarios en tan solemne evento. Todo el mundo volvió al documento oficial para confirmar sus palabras, y en efecto, ni rastro del misterioso final de Biden. Aunque en ocasiones los mandatarios se salen ligeramente de lo previsto, lo suelen hacen para remarcar un argumento, no para provocar la perplejidad entre los espectadores.
Consecuencia: las redes sociales en llamas y la frase incógnita convertida de inmediato en viral, con comentarios para todos los gustos. Algunos reconocían que serían incapaces de conciliar el sueño sin conocer la respuesta, otros bromeaban con que la frase era una metáfora del primer año de Biden en la Casa Blanca.