Editorial: Habib Merheg Marún

La debilidad de un gobierno se hace evidente cuando el mandatario está más preocupado de la información que se filtra a los medios de comunicación, que de la misma realidad de su gestión pública.

El Centro Democrático ha propuesto, a través de uno de sus peones, un proyecto de ley que castiga con cárcel y hasta diez años de muerte política, por divulgar información «secreta» al interior del congreso

Esta propuesta solo evidencia
que el gobierno tiene temor al
destape de ollas podridas que por
estos días tiene a muchos ministerios
bajo la lupa de la fiscalía.

Estamos regresando a la década de los 90 cuando el narcotráfico azotó a la sociedad con guerras entre los capos de los carteles en Colombia, regresaron los descuartizados como los que vive Buenaventura, hoy, cuna de homicidios producto del negocio de la cocaína. Regresaron los grupos de terror y criminalidad para silenciar a los líderes sociales que buscan mejores condiciones de vida y trabajo para sus regiones. Regresó el temor de la gente para salir de sus casas, los secuestros vuelven a ser noticia y la paz pactada en Cuba, está a puertas de tirarse a la caneca de la basura.

¿Será está una situación inducida
para lograr un propósito macabro?


¿Quieren hacernos creer que hemos vivido en vano estos años? ¿Que tanto sacrificio no ha valido la pena? Pues bien. Nos resistimos a creer que tantos problemas como los que padecemos nos vayan a paralizar de nuevo y asumir la actitud de espectadores. Al contrario, lo que nos obliga a reaccionar y movilizarnos es la capacidad demostrada en los últimos años de haber logrado superar tanto dolor y decadencia. Lo que enseñan otras sociedades, que vivieron tragedias semejantes a las nuestras, o aún más graves, es que de lo que se trata es de pactar un camino y perseverar dándole continuidad en el tiempo para que los valores humanos y democráticos superen la desgracia.

Todo proyecto humano ha tenido que pagar un alto costo en sacrificio y aun en sangre. Pero también han sido premiados luego con una vida digna y un ingreso per capita admirable. La clave no fue la ausencia de conflictos o deformaciones del poder. Simplemente crearon una cultura del esfuerzo continuado que asegura los resultados.

Presidente Duque, no estamos en el primer día de la creación. La Colombia de hoy, fruto del esfuerzo y errores de muchas generaciones están atravesando un delgado puente entre la justicia y la impunidad, entre el abuso de poder y la ciudadanía inerme y usted tiene una responsabilidad inmensa con la nación. Usted tiene el poder para consolidar lo alcanzado y mejorar lo que no está funcionando. El liderazgo colectivo donde todos aportamos es el que Colombia necesita. Basta de egoísmos y vanidades que nos hacen desperdiciar las oportunidades y la vida.

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