Los calificativos al presidente Gustavo Petro luego de su intervención en la cumbre del cambio climático COP 27 que se celebra en Egipto, van desde iluso hasta irrespetuoso.
Todo porque, básicamente, Petro dijo lo que a los ojos de la estadística y la realidad es evidente: el mundo va perdiendo el partido contra el cambio climático y lo va perdiendo por goleada ya que “superar la crisis climática implica dejar de consumir petróleo y carbón”, según dijo en su discurso.
Pero, ¿quién está interesado en oír lo que dice un presidente de un pequeño país subdesarrollado? Peor aún: ¿quién está interesado en hacerle caso?
A escucharlo, algunos colegas suyos en el subdesarrollo y el endeudamiento. A hacerle caso, muy pocos, porque el asunto del petróleo y el carbón es la columna sobre la que se basa la economía mundial hoy y ninguno de los poderosos está dispuesto de verdad a parar la máquina que hace mover el dinero. Máquina que se presenta como la locomotora de un desarrollo que acabará con el único planeta habitable conocido.
De la COP 27 saldrán anuncios de financiación, palmaditas en los hombros y foto de los participantes (a la que Petro no fue…). Pero nada más.